Una nueva comunicación

Por Carlos Hornelas

Con la llegada al poder del presidente Andrés Manuel López Obrador, se inaugura un nuevo modelo de comunicación social entre el Estado y los ciudadanos. Una máxima dice que “gobernar es comunicar” y en ese sentido se entiende que la ciudadanía debe estar plenamente informada de cuantas acciones emprenda el Estado para atender sus necesidades, lo cual hará transparente su proceder y cumplirá con informar a quien le posibilita su viabilidad.

El presidente ha agendado conferencias matutinas de prensa para tocar asuntos propios de las actividades cotidianas y marcar posicionamientos sobre temas torales.

Con este ejercicio, refuerza el vínculo con los medios de comunicación para seguir marcando la agenda mediática diaria, al tiempo que le sirve para medir el pulso de la opinión pública para anticipar jugadas o responder oportunamente ante inquietudes, impidiendo incendios.

El horario asegura que los medios sirvan como caja de resonancia del presidente durante todo el espacio del día a través de los segmentos que necesariamente hacen eco de sus declaraciones en cada una de sus emisiones a lo largo de la jornada informativa.

Esta intensa dinámica de trabajo, desde antes que salga el sol, fue el sello distintivo de AMLO cuando estuvo al frente del gobierno del otrora Distrito Federal -hace más de una década-, eran otros tiempos, otros medios, otro Andrés Manuel.

No obstante, las ventajas de este modelo pueden también convertirse en un lastre al paso del tiempo si suceden algunas de las siguientes eventualidades:

Si cae en la rutina de abordar los mismos temas día tras día, a pesar de las diferentes aristas del acontecer;

Si no se tienen aspectos relevantes para informar y a pesar de ello se insiste en la realización de estas charlas;

Si la monotonía de la interlocución no admite nuevas formas de diálogo o intercambio de puntos de vista;

Si el desgaste de tantas conferencias termina haciendo irrelevantes los temas que se quieren posicionar;

Si se niega a encontrar vías complementarias de comunicación a través de otros medios;

Si le apuesta más a su persona y carisma que a lo que es objeto de comunicación. Si esto ocurre, eliminaría a cualquier otro interlocutor dentro de su propio gabinete y cualquier falla personal se magnificaría y se extendería por toda su administración.

La asertividad en la comunicación social es directamente proporcional a la percepción de su efectividad en el gobierno, por lo cual, deberá de cuidarla como si fuese una prenda frágil.

 

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