Vivir con VIH

“El VIH es uno de los mayores problemas para la salud pública mundial, pues ya se ha cobrado más de 35 millones de vidas. Sólo en 2016, un millón de personas fallecieron en el mundo por causas relacionadas con este virus”, expuso la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) se puede transmitir de tres maneras: a través de relaciones sexuales sin preservativo; por vía sanguínea, por ejemplo, al compartir jeringuillas u otros objetos cortantes contaminados; o bien por vía materno-infantil, es decir, cuando una mujer infectada le transmite el virus a su bebé durante el embarazo.

Los virus no pueden reproducirse por sí mismos, necesitan a otras células para poder hacerlo. Por eso, cuando el VIH entra en el organismo se dirige a unas células llamadas linfocitos T CD4.

Estas células forman parte del sistema inmune (las defensas del organismo) y tienen la función de estimular a otras células del sistema inmune para que combatan las infecciones. Lo que hace el VIH es fijarse a los CD4, introducir en ellos su material genético y utilizarlos para multiplicarse. Después, el virus sale a la sangre y se propaga por todo el cuerpo.

INFECCIONES OPORTUNISTAS

Si no se instaura un tratamiento, el virus va matando las células CD4, de modo que el organismo va perdiendo su capacidad para defenderse de las infecciones.

“El recuento de linfocitos CD4 en sangre es un buen indicador del estado de las defensas y del progreso de la enfermedad”, apuntó la organización Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH.

Esta entidad aclaró que una persona que no está afectada por el VIH suele tener entre 500 y mil 600 de estas células por microlitro de sangre.

Durante la progresión de la enfermedad, el número de células CD4 se ve cada vez más reducido y puede descender a niveles inferiores a las 500 por microlitro de sangre.

“El umbral crítico de CD4 está fijado en las 200 células por microlitro. Se considera que por debajo de esta cantidad existe un serio riesgo de sufrir infecciones oportunistas y otras enfermedades”, señaló el Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH.

Las infecciones oportunistas se producen debido a agentes que, si el sistema inmune funciona con normalidad, no suelen ocasionar problemas. Sin embargo, cuando existe una deficiencia inmunitaria, aprovechan la oportunidad para causar infecciones.

En este sentido, los especialistas del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona explican que el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (Sida) se da “cuando las cifras de CD4 descienden por debajo de 200 células por microlitro o si aparece alguna de las enfermedades (infecciones o neoplasias) que definen este síndrome”.

Por este motivo, pero también para evitar nuevos contagios, destacan la importancia de diagnosticar de manera precoz la infección por VIH.

De igual modo, la Fundación Lucha contra el Sida detalla que la enfermedad “aparece cuando la infección por VIH está en su estado más avanzado y ha causado un grave deterioro del sistema inmune. Los fármacos antirretrovirales pueden controlar la replicación del VIH, logrando que la infección no derive en sida”.

CON TRATAMIENTO, UNA VIDA CASI NORMAL

Asimismo, la OMS subraya que es posible inhibir el VIH mediante tratamientos en los que se combinan tres o más fármacos antirretrovirales.

“El tratamiento antirretroviral no cura la infección pero frena la replicación del virus en el organismo y permite que el sistema inmunitario recobre fortaleza y capacidad para combatir las infecciones”, aclaró.

“Un tratamiento efectivo tiene que hacer que la carga viral sea indetectable, pero no consigue eliminar el VIH del organismo. De este modo se logra preservar o recuperar el sistema inmunitario y reducir la posibilidad de nuevas infecciones. Además, cuando el virus es indetectable en sangre gracias al tratamiento antirretroviral, no se transmite la infección a otras personas”, expusieron los especialistas del Hospital Vall d’Hebron.

“Los nuevos tratamientos han conseguido que las personas con la infección puedan tener una calidad y esperanza de vida parecida a la de las personas no infectadas, siempre que se tomen el tratamiento y realicen los controles médicos necesarios”, recalcaron los facultativos del Hospital Clínic de Barcelona.

“Hoy en día, una persona infectada por el VIH puede continuar con su trabajo, hacer deporte, practicar sexo, salir con amigos e, incluso, tener un hijo, si así lo desea”, añadieron.

No obstante, es fundamental que las personas infectadas por el VIH sigan de manera estricta el tratamiento que les ha pautado el médico.

“Quienes conviven con el virus deben medicarse de por vida y, si se retiran los fármacos, el virus se reproduce”, manifestó Javier Martínez, virólogo del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa.

“El olvido de dosis y la interrupción y reanudación del tratamiento puede provocar resistencia a los medicamentos, lo que a su vez podría permitir que el VIH se multiplique y dé lugar a la enfermedad”, advirtieron los expertos de Onusida, el programa conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/sida.

Por el contrario, la Fundación Lucha contra el Sida recuerda que, si el tratamiento se inicia lo antes posible y se sigue correctamente, “la esperanza de vida de las personas con VIH es prácticamente igual que la del resto de la población”.

Texto y fotos: EFE

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