¿Y qué es eso del marxismo cultural?

Por Gerardo Novelo*
gerardonovelog@gmail.com

* Estudiante de Comunicación. Pasa mucho tiempo pensando en cocos y golondrinas.

De marxismo no tiene nada y de cultural muy poco, pero el marxismo cultural está tomando fuerza como el monstruo debajo de la cama conservadora; es la amenaza de izquierda escondida en el armario; el lobo feroz que soplará y soplará su ideología “progre” hasta derribar toda la civilización occidental.

Pausa. Un paso atrás. No es nada de eso, pero así se usa. No importa cuánto te haya escandalizado esa publicación de Facebook que viste anticipar los males del marxismo cultural –no hay que temer, pues no es más que una teoría de conspiración (y además una muy mala)–.

Cuando se habla de marxismo cultural, usualmente se entienden dos cosas. En primera está la Escuela de Fráncfort, académicos que estudiaron la cultura con un ojo marxista. En segunda, la prevalente en Internet, está la teoría de conspiración en la que los valores y tradiciones de Occidente están siendo destruidos bajo coordinación de un grupo misterioso.

¿Qué grupo? ¡Quién sabe! Saca un papel del sombrero de clichés conspiratorios. Cualquiera le queda. ¿Los judíos? Obvio. ¿Los Illuminati? También. ¿Los reptilianos? Pues ya qué.

La horrenda teoría postula que la conspiración se ha arraigado a todas las instituciones, de lo mediático a lo académico, para acabar con la cultura de Occidente. En las películas y en las universidades aparentemente se conspira para enseñar en contra de los valores y tradiciones en nombre de progreso e igualdad.

¿Las asociaciones de psicólogos que decidieron dejar de catalogar la homosexualidad como enfermedad? ¿El cine con elencos e historias diversos en raza, sexualidad y género? ¿Los políticos que en sus decisiones separan religión de estado? ¿El lenguaje inclusivo? ¿Las manifestaciones contra acoso callejero? ¡Todo es marxismo cultural!

Primero fueron los derechos de las mujeres y los no-blancos. Luego las bodas interraciales y más tarde las homosexuales. Aparentemente todo ha sido plan del marxismo cultural para llevarnos a una distopía comunista-sionista-feminazi sin libertad de expresión. Como si reconocer diversidad sexual fuese a destruir la familia, o si permitir libertad de culto fuese un ataque a la Iglesia, todo lo que no sea tradicionalista o conservador es apocalíptica, degeneradora conspiración.

Reconocerán esto como una falacia de pendiente resbaladiza: si permitimos “x”, entonces pronto vamos a permitir “y”. Pues sí, quienes creen en la conspiración esperan que la aceptación de la homosexualidad está planeada para desembocar en la aceptación de la pedofilia y la zoofilia. Y así con todas las ideas “progres” de estos días, todas se van a desdoblar hasta matar nuestra cultura, valores y tradiciones.

Si son astutos, habrán notado que los matrimonios de mismo sexo no encuentran lugar en los textos de Marx. De hecho, muy poco de lo que se acusa ser marxismo cultural tiene algo que ver con el barbudo ese. Pero bueno, la palabra que empieza con M asusta a muchos, y vincular una cosa a otra es excusa suficiente para desprestigiar ambas. Luego le ponen “posmodernista” de apellido o “corrección política” de apodo, para el mismo efecto (ver también: “ideología de género”).

Así que ya lo saben. La próxima vez que vean el término “marxismo cultural”, o identifiquen alguna de sus retóricas, tómenlo con la seriedad que amerita una teoría conspiratoria: ninguna.

Eso, o los masones-comunistas-judíos-homosexuales-islámicos-feminazis que controlan el gobierno y las corporaciones me manipularon para que escriba esto. Lo dejo a su criterio.

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