¿Y si la 4T sale mal?

Por Eduardo Ancona

Nunca en la historia moderna de México un gobierno había llegado al poder generando una expectativa de cambio tan grande como el de Andrés Manuel López Obrador. Solo se le acerca Vicente Fox en el 2000, sin embargo el del tabasqueño lo supera por una razón sencilla: acumula a su favor la decepción del foxismo y agregados.

Precisamente desde los años de Fox el hoy presidente López Obrador se posicionó desde la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal (hoy Ciudad de México) como el principal líder de la oposición y eterno aspirante a la Presidencia. Desde ahí se volvió el destino natural de toda la molestia generada por los mediocres resultados de las tres administraciones pasadas en muchos campos de impacto directo para la sociedad (principalmente economía, seguridad y corrupción). Tras la alternancia que no logró traer los cambios de fondo por los que se votó en el 2000 la respuesta durante los últimos 18 años era evidente para muchos: AMLO, el cambio verdadero.

Dar cabida a un enojo social que acumula México no es fácil, y creo que es uno de los atributos que la historia reconocerá en Andrés Manuel.

Particularmente después de la elección de 2006, logró mantener por la vía pacífica un movimiento que fácilmente pudo haberse desbordad: desde este punto de vista tomar Reforma fue algo prudente, casi inevitable. Incluso en el mundo de las teorías de la conspiración se llegó a decir que Andrés Manuel era en realidad un instrumento de quienes mandan en el país para dirigir y neutralizar la molestia social.

De cualquier manera, la realidad es que en 2018 toda la molestia acumulada y dirigida en favor de AMLO tomó cuerpo por tercera vez y lo llevó a la Presidencia. El hartazgo llegó al límite. Ahora en sus manos está corresponder y dar resultados. “No tenemos derecho a fallar”, dijo en su toma de protesta con toda razón. Ese es el mayor peligro. Si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador fracasa y en 2024 el país llega a las elecciones presidenciales con un nivel de enojo social similar al de 2018, nada más que sumado a la decepción de AMLO México quedará, ahora sí, al borde del abismo.

Sin un destinatario para toda esa molestia que se crearía en caso de que la 4T no salga bien habrá un caldo de cultivo aterrador del que podría nacer cualquier cosa, cualquier tipo de candidato, por más autoritario y populista que se quiera. Jorge Castañeda ha imaginado que ese, un Bolsonaro mexicano, podría ser un personaje tan rústico, simplón y popular como Cuauhtémoc Blanco. Puede ser, aunque el desastre que irremediablemente es y será su gubernatura lo complica. O algo peor. Para México el costo del fracaso de AMLO sería, de cualquier manera, elevadísimo. Tiene toda la razón el Presiente, no tienen derecho a fallar.

 

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