Yalitza, representación y Óscares

Por Gerardo Novelo

Hay un discurso profundamente incrustadoN DISCURSO PROFUNDAMENTE INCRUSTADO en la opinión pública en torno a la nominación de Yalitza Aparicio por su papel protagónico en Roma. Uno bañado de racismo disfrazado de preocupación. Uno de ideas torcidas y conversaciones desviadas.

Se asoma por redes sociales, con justa razón pero sospechosa abundancia, la idea de que Yalitza solo fue nominada a un Óscar a Mejor Actriz para reivindicar la posición de Hollywood como absoluto benefactor de minorías. Hasta ese crudo, malentendido término de “corrección política”, corre en boca de detractores (¿acaso, me pregunto, han volteado a ver al panorama político? ¿No han notado que la nominación es lo más alejado a correcto para la cultura dominante?).

A la Academia no hay por qué creerle nada. No hay duda que se han de estar regocijando por la caridad de extenderle, como limosna, una nominación a una mujer indígena. Pero no finjamos demencia: de eso no se tratan en realidad las críticas.

El problema es que esta conversación eclipsa todo lo demás sobre Yalitza y su película. Hasta la vinculan a terrenos donde no tiene lugar; a lógicas tan torcidas como “a la Academia solo le importa quedar bien, por lo tanto ni Roma es buena película ni Yalitza talentosa actriz”. Peor aun, invisibiliza la muy vigente y muy importante conversación sobre representación mediática en México.

Parece hasta imposible tener una conversación sobre la actriz o la película, en cualquiera de sus facetas, sin que ofrezca comentario un “valiente” que viene a recordarnos que, sí, la Academia la nominó solo para aparentar ser inclusiva. Cualquier acercamiento a la obra queda inválido y toma segundo plano detrás de la tendenciosa nominación.

La implicación detrás de esto recuerda a la que giró en torno a Moonlight hace unas cuantas entregas (¡cómo se atreven a ser homosexuales y afroamericanos al mismo tiempo!): la idea de que ninguna mujer indígena, ni ninguna película que la retrate, pudiese tener méritos que reconocer; que están inherentemente vacíos de talento y que la única forma en que se podría aplaudir es de forma falsa, para “quedar bien”.

De nuevo: a la Academia no le creo nada. Pero, cuando se critica la falsedad de su inclusividad, y cuando se hacen al punto de absorber cualquier otro diálogo en torno a Yalitza y Roma, ¿es realmente porque eso les molesta? ¿o será que tienen algo más en mente?

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.