80 años del Muelle de Progreso, el más largo del mundo

Saludable, vigoroso y aún sirviendo como el primer día, el muelle “nuevo” de Progreso cumplió hoy 80 años de su inauguración, superando con mucho las expectativas con las que fue diseñado y construido en la década de los 30 del siglo pasado.

Ni los huracanes, ni el salitre marino han dañado la estructura de concreto, piedra caliza triturada y varillas de acero inoxidable del que es el muelle más largo de mundo, con 6.5 kilómetros de largo.

Aunque se ha transformado con el paso de los años, su estructura original permanece tal y como fue diseñada y construido por la empresa danesa Christiani y Nielsen, arquitectos que ganaron el concurso emitido por el gobierno federal en febrero de 1935.

De acuerdo con información de quien fuera el cronista de Progreso, Romeo Frías Bobadilla, las obras de construcción del muelle iniciaron en 1936 y se completaron el 9 de mayo de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial.

La necesidad de materiales y jarcias yucatecas para el equipamiento de barcos obligó a una ampliación del muelle, vislumbrando un desarrollo comercial más amplio para Yucatán.

La produccón y comercialización del henequén de Yucatán tomó un auge mucho más fuerte, ante las necesidades de productos y derivados del “oro verde” yucateco en pacas y derivados que se exportaban a Estados Unidos y, con ello, la llegada de insumos básicos para el estado como maíz, sorgo y trigo que planteo la ampliación de productos de harina, tortillas y galletas que producían las empresas locales.

Al ser un punto estratégico en el Golfo de México, la ciudad de Progreso de Castro se convirtió en un referente para el estado y dio paso al auge económico de la década de los años 50, 60 y 70 del siglo pasado, en comercio, servicios y turismo.

En origen, la construcción del muelle marcó una serie de necesidades principales, ya que las condiciones geológicas de la zona no permitían dragar el suelo marino cercano a la costa, debido a los continuos movimientos de arena que acabarían por cubrirlo de nuevo.

Por ello la empresa danesa propuso un muelle de dos kilómetros de largo que se interna en el mar de manera perpendicular a la costa.

Fue entonces, cuatro años después del inicio de la obra cuando los atraque de buques de gran calado lograron iniciar el proceso de embarque.

El muelle se diseñó y completó con un viaducto de 146 arcos de concreto simple, sin refuerzo y que descansan directamente sobre el lecho marino sin ningún tipo de anclaje. Estos arcos son tri-articulados mediante una estructura de acero inoxidable y tiras de plomo y corcho.

Al final, se completó una estructura, una plataforma de 205 por 50 metros, que hace las funciones de muelle fiscal en el que se sitúa el edificio de una aduana, de tres pisos de altura, que contenía bodehas y oficinas, personal de guardia y también asistencia médica para marinos.

Fue hasta septiembre de 1941 que el muelle inició operaciones con atraque de barcos. Para su construcción se requirieron 23 mil 000 toneladas de cemento. De éstas, 17 mil 500 fueron traídas desde Dinamarca, otras más desde Estados Unidos y el centro de México.

En su primera propuesta, la estructura permitía dos vías férreas para traslado de mercancías, pero solo fue ejecutada una y se mantuvo un carril para vehículos.

La vía férrea para mercancías se instaló en 1945 y a lo largo de su vida útil únicamente se conoce un accidente.

En 1985 se iniciaron los trabajos de ampliación que alargarían su longitud hasta los 6 kilómetros y medio actuales, en obra que se inauguró en 1989.

La ampliación ya no descansa sobre arcos, sino que es completamente sólida, impidiendo por tanto el paso de sedimentos.

En 2014 se construyó un viaducto paralelo de servicio, de 2,5 kilómetros, para mejorar la comunicación del puerto.

El muelle original es la estructura de concreto reforzada con acero inoxidable más antigua del continente americano.

El muelle “nuevo” de Progreso ha sido vigilante del desarrollo, crecimiento y nueva dimensiones que hoy alcanza el puerto.

Acompañó el desarrollo del Puerto de Abrigo, iniciado en 1968, fue testigo del paso del Huracán Gilberto, (1988), que causó graves estragos económicos y ambientales en el litoral; y supervisa también las tareas diarias del faro del puerto, este sí, un poco mayor que él, pues ya tiene 127 años.

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