Acelerar rumbo a la gloria: Crónicas de un motociclista yucateco

“Corro en dos categorías: una es la master 40, que son pilotos más experimentados, señores de 55 años. Entonces, es un pilotaje muy fino, muy elegante. Me gusta más esa categoría, pero se me van, no los alcanzo; son años de experiencia, motos carísimas, pero me gusta estar en esa categoría porque eleva mi nivel”, comenta Ricardo Mondragón, motociclista, quien, además, asegura que la otra categoría en la que corre, la de novatos, hay más participantes, pero eso lo hace más peligroso.

“En las primeras tres, cuatro vueltas es muy peligroso porque son chavos que están empezando a correr. No saben cómo reaccionar ante una contingencia y siempre el momento más peligroso de una carrera es cuando estás entre la recta y la curva uno”.

“Pato”, como le dicen, de 40 años, dice que la experiencia que posee le ha ayudado a a tener mejor clasificación general.

“Tengo dos técnicas. Si en la calificación no logré calificar entre los cinco primeros, ya no peleo la salida. Cuando salgo dejo que se vayan y ya los trabajo en las diez y nueve curvas del Autódromo”.

Comentó, de igual manera, que cuando conduces en Autódromos que no conoces es más peligroso, dado que ni siquiera son pistas hechas específicamente para motocicletas. “Cuando me voy a una carrera que no es en Mérida no peleo la salida, más bien los trabajo en salida. Dejo que se vayan, no me atasco en la primera curva y ya en la siguiente vuelta es dónde para quedas mejor posición.

Reveló, de igual manera, cómo se incursionó en este mundo y cómo sus papás se enteraron que ejercía esta peligrosa actividad. “Empecé a los dieciséis años en cuarto de milla de coche y estuve corriendo como un año nada mal. Incluso, me empezó a patrocinar la Quaker State. Me iba bien, pero pues obviamente mis papás ni se habían enterado”, confesó.

“Me descubrieron cuando, en un evento, me entrevistaron para una televisora. Estaba conviviendo con mi familia cuando aparecí. Inmediatamente mis papás obvio que me quitaron la moto y dejé de correr.”, cuenta entre risas, Mondragón.

Él, explica, nunca dejó de tener pasión por el deporte. Contó, con nostalgia, cómo un ser querido le ayudó a meterse de nuevo en este mundo y empezar, lo que es hoy en día, un proyecto esperanzador para la industria del motociclismo en el estado.

“Había una competencia fuera de la ciudad, pero no tenía cómo competir. Fui con mi compadre y le pedí si podía prestarme una moto. Accedió. Voy y ganó algunas carreras, cuando regreso, le digo: ‘Aquí tiene, compadre, es para usted’. Él me contestó: ‘¿Tienes algo qué hacer?’, le dije que no e inmediatamente fuimos a ver una moto para competir y todo el equipo necesario. Mientras lo cuento, siempre se me eriza la piel”.

Entre el camino a compertir, explicó que conseguir patrocinio es muy complicado en Yucatán, ya que es un deporte que todavía está en pañales a comparación de otros que están agarrando más fuerza. “Fui tocando puertas. Pedía aunque sea 500 pesos, mil pesos, tampoco era demasiado. Al final lo logré, competí en Chiapas y gané.”.

Hoy en día, Armando es parte de un nuevo proyecto llamado Sima Mayan Racing, donde además de correr en distintas competencias, promueven el deporte motor en los que desean adentrarse a este mundo por medio de cursos y talleres. “Ya doy clase. Queremos difundir el deporte como disciplina para personas que buscan mejorar, incluso aunque no sea para competir, también sirve para los que manejan motocicleta de manera casual día a día.”

“En el motociclismo es bien importante la concentración, la moto siempre va ir hacia donde tú veas y siempre vas a ver hacia donde quieras ir. Tienes que estar muy mentalizado, tener mucha concentración y cabeza fría. Esto es para todo el que le gusta manejar motocicleta. Lo más importante, siempre, es que salgas ileso”, finalizó el yucateco.

Texto: David Matías / Humberto Rejón
Foto: Cortesía

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