Armando Pavón, el Padrino de la Pacabtún, con constancia y dedicación consolida su taquería

Antes de la pandemia, abría desde las tres de la mañana para esperar que llegaran los primeros clientes los camioneros

La primera edición del año de la Sección “Buen Provecho” está dedicada a la taquería de Armando Pavón Santini, a quien toda su clientela conoce como “El Padrino”, y quien es ejemplo de dedicación y constancia, pues de lunes a sábado, con lluvia, frío o cualquier otra situación climatológica adversa, comienza a preparar su venta desde las cuatro de la mañana acompañado de su inseparable cigarro.

Antes de que llegara la pandemia, venía a abrir desde las tres de la mañana para esperar que llegaran los primeros clientes los camioneros que antes de iniciar sus labores pasan a desayunar, lo mismo que los taxistas, explicó Armando a Peninsular Punto Medio.

Son ya siete años desde que “El Padrino” instaló su puesto en la calle 65 por la Avenida 50 del fraccionamiento Pacabtún, donde poco a poco ha logrado hacerse de una clientela que disfruta de una sabrosa y calientita torta de asado blanco, rojo o de empanizado, guisados que también pueden servirse en tacos bien doraditas y acompañados de sus clásicos rabanitos.

—Fue un seis de julio que llegue acá, antes trabajaba con un amigo en su puesto que tiene en la plaza de la Fidel Velazquez, a donde acostumbraba ir a comer Tury, el dueño del local, quien comentó que alguien se lo había solicitado para comenzar a vender, de relajo le dije que por qué no se lo rentaba a mi y me tomó la palabra, aunque no tenía nada para comenzar —recordó Armando, quien se las ingenió para buscar el carrito y su plancha.

Afortunadamente, una familiar que se dedicaba a vender panuchos en la puerta de su casa y que dejó el negocio contaba con estos implementos que le vendió a un precio accesible, y así dio inicio esta historia gastronómica en la que el Padrino es el personaje central… y único.

—Cuando comencé, mi esposa me acompañaba, pero llegó un momento en el que le pagaba su sueldo y me quedaba prácticamente sin más dinero que para comprar mi carne y los ingredientes para las tortas, así es que afortunadamente, ella decidió retirarse y acá estamos solitos —indicó el entrevistado, quien cuando necesita ayuda por la carga de trabajo se auxilia con uno de sus hermanos.

Gusto por cocinar

“El Padrino” comentó que siempre le gustó la cocina, y sin embargo es relativamente reciente su incursión en el ramo gastronómico, pues antes de los 11 años que trabajó ayudando en el negocio de su esposa y hermana ubicado en la Miraflores, pasó más de 30 años laborando en la Cordelería Lourdes, que se ubicaba por el rumbo de la Plancha, y luego en la Cordelería Mayapán.

Entre a trabajar en unas vacaciones y me gustó tanto que me pagaran bien que decidí quedarme a trabajar haciendo de todo, desde lavar los baños y hacer la limpieza general hasta manejar diversas máquinas como “la veleadora”, comentó, quien se ha convertido poco a poco en todo un personaje por su trato alegre y amable hacia la clientela y al público en general.

—A final de cuentas, no me arrepiento de nada, de haber renunciado a estudiar la preparatoria para dedicarme a la Cordelería, o de renunciar a trabajar en esto de las tortas y tacos en otros lugares donde sin ser el dueño me iba muy bien, yo soy feliz con lo que venga, siempre y cuando no me falte mi cigarro y mi coca —concluyó.

Texto y fotos: Manuel Pool Moguel

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