¿Cada afición tiene el equipo que se merece?

Por Rodrigo Aguilar

Qué bello momento aquel en el que el público en Turín se puso de pie para ovacionar el legendario gol de chilena de Cristiano Ronaldo, con el que el Real Madrid eliminó a la Juventus en los cuartos de final de la UEFA Champions League.

Momentos de deportivismo o civismo deportivo, como cuando un digno subcampeón le hace el pasillo al equipo campeón. Reconocer la grandeza de tu rival te hace más grande, pero lamentablemente sólo lo vemos con frecuencia por televisión en el futbol de élite o en las películas sobre hazañas deportivas.

Ver a Maradona en el Carlos Iturralde fue para algunos aficionados algo excepcional que quizás no había pasado por nuestra mente, un regalo sorpresa de parte del futbol para los que amamos el futbol. Sin embargo, para otro sector de las gradas fue motivo para descargar sus frustraciones o simplemente intentar hacerse el “gracioso” dirigiéndose al astro argentino con insultos sin sentido y mentadas de madre.

Si bien los gritos contra el rival son comunes, incluso en los grandes estadios, también lo es el respeto al rival, especialmente cuando es de esa talla o jerarquía.

Estamos lejos de las grandes aficiones en cuanto al respeto al profesional en la cancha, incluso esperaba una mejor entrada el pasado viernes en el Estadio Carlos Iturralde: si bien hubo 9 mil 700 aficionados (la mejor cifra en toda la temporada para Venados), sólo representa aproximadamente el 60% de la capacidad del Olímpico.

Duele decirlo, pero retomando aquella frase atribuida al libertador Simón Bolívar de “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”, parece que cada afición tiene el equipo que se merece.

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