Columna | La tarde que conocí a un crack

Por Jhonny Eyder Euán

En un campo convertido en una ciénega vi a un chico correr de forma impresionante. Era vertical, profundo y veloz. Tenía melena y su ropa le quedaba ancha para su cuerpo pequeño, comparado con la corpulencia de los tipos que lo perseguían por doquier.

Era febrero de 2006 y pasaba las mañanas en la secundaria, entre números y textos, tareas tediosas y muchas charlas con compañeros sobre los temas que más nos gustaban: música, videojuegos y futbol. Mucho futbol.

Comentábamos los resultados del fin semana, nos presumíamos las revistas deportivas de cada uno—como si de un tesoro se tratase—, y comparáramos jugadores por posiciones, cualidades, goles. Hasta hacíamos apuestas sobre torneos en disputa y negocios con estampas y posters de clubes y selecciones.

El futbol era conversación diaria. Tan importante como las clases para los adolescentes que éramos. Por eso, al volver a casa siempre revisaba la televisión por si transmitían algún partido de la Champions League, el torneo de clubes más importante del mundo.

Así fue ese día que tuve la suerte de encontrarme con un partido entre Chelsea y Barcelona. En esos tiempos, Ronaldinho era la gran estrella de los blaugranas y los mexicanos seguíamos a Rafael Márquez. Se conocían también los nombres de Deco, Puyol, Xavi, Eto’o, entre otros. No sabía mucho de un joven canterano de 18 años que jugaba sus primeros partidos en el primer equipo. Desconocía su forma de jugar hasta que vi los noventa minutos de ese partido.

Barcelona, con todo y su horrendo uniforme de color verde limón, le ganó 2-1 al equipo londinense. El canterano no anotó, pero dio las primeras muestras de su calidad y estuvo cerca de anotar un gran gol desde afuera del área grande.

En ese 2006 el club catalán fue campeón de ese torneo, además se jugó el Mundial de Alemania que ganó Italia en penales a Francia; se habló del torneo, del adiós de Zinedine Zidane y se volvió una constante que los reflectores apuntaran hacia Barcelona, hacia al joven melenudo que iniciaba una carrera llena de triunfos y reconocimientos.   

Los años pasaron y ese chico se convirtió en uno de los mejores jugadores del mundo. Quizás el mejor de la historia, como se han cansado en decir comentaristas, analistas, exjugadores, entrenadores, aficionados, entre miles de personas más.

El 10 del Barcelona conquistó al mundo varias veces con sus goles y asistencias; actualmente es uno de los referentes del balompié y nunca se ha dejado de hablar de sus actuaciones, sus premios y récords.

Hoy su nombre es tendencia mundial, pero ahora no por su talento, sino porque parece que se irá del club donde se forjó como futbolista. Es la noticia que ha cimbrado al mundo deportivo.

He visto hasta llanto en programas de televisión por la inminente e inesperada partida del futbolista. Tantos años se le vio con la misma camiseta que realmente es extraño pensar en verlo con otra.

Hay mucha incertidumbre sobre el tema, aunque no tengo dudas de que a donde vaya—si se concreta el adiós—ese joven, que hoy es un crack, seguirá haciendo brillar al fútbol como aquella tarde de 2006.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.