DE dos a tres caídas (Parte 1 de 2)

Por Sergio Aguilar

Entre los debates intelectuales contemporáneos, es difícil encontrar uno que represente de mejor modo día modos tan opuestos de ver el mundo como el que hay entre el psicoanálisis y las neurociencias.

Esta discusión puede considerarse heredera del añejo y aún vigente debate entre una postura crítica y una positivista. Esto es lo que alimenta el debate económico entre el proteccionismo del Estado (Marx) y la liberación del mercado (Smith). Y así nos podríamos seguir con tantos otros campos del conocimiento.

Como bien sabemos, en cualquier lucha de opuestos hay una transferencia, una especie de retroalimentación mutua, donde la posición de enunciación de uno señala lo que el otro oculta.

Finalmente, por supuesto, ese debate se extrapola a la lucha política entre izquierda y derecha. Y si entre opuestos hallamos la posición de enunciación que el otro oculta, entonces podemos asumir el modo en que Slavoj Zizek distingue las cosmovisiones de la derecha y la izquierda: para los primeros, la sociedad es un organismo armónico y completo, que es amenazado por agentes que, una vez removidos, dejaran de evitar el progreso anhelado. Esos agentes van por todo el espectro: el inmigrante, la feminista radical, el delincuente, el judío, el musulmán, etc.

Por otro lado, para la izquierda, la sociedad no es un todo armónico. Al contrario: la sociedad es un pacto corrupto en su semilla, y es atravesada por una grieta que impedirá su armonía siempre.

Esta distinción de la izquierda y derecha es, otra vez, un modo de ocultar la posición de enunciación. Podríamos decir que la derecha se califica, justamente, por ocultar la posición de enunciación. Ejemplo más cercano lo podemos tener en este mismo periódico, donde usted lee esta columna: el pasado 7 de marzo, las dos páginas centrales del periódico Punto Medio estaban dedicadas a numerar las personas más ricas de México, mientras que justo a la vuelta, apenas se dedicaban poquitos párrafos a una manifestación en el Palacio de Gobierno del Estado de personas que exigían tratamientos de hemodiálisis que no pueden pagar.

Es por este tipo de insensibilidades tan cínicas en los medios de comunicación que se vuelve tan necesaria la teoría crítica y su praxis ideológica. La riqueza de esa élite se basa en la explotación de los que están justo detrás (de la página). Como mencioné en una columna al final del año pasado, todo éxito viene acompañado de un fracaso, y el hombre con el mayor de los éxitos viene cargando la sombra de los mayores fracasos. Lo que la derecha no alcanza a ver es precisamente esto.

Este debate se encendió nuevamente a raíz del anuncio del debate público de dos de los intelectuales más polémicos y populares de la actualidad: Jordan Peterson y Slavoj Zizek. En la siguiente columna comentaré al respecto de esto, y pretendo argumentar por qué Zizek tiene todas las de perder en este ejercicio “de debate intelectual”.

 

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