Editorial

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, visitará la Península de Yucatán este fin de semana, en medio de la polémica por la cancelación de los fideicomisos, y justo unos días después del paso del huracán “Delta” por el sureste del país.

Y aunque el itinerario marca que la gira es para evaluar los avances de los trabajos en el Tren Maya y no por la posible atención a los afectados por el meteoro, en realidad hay mucho que los yucatecos quisieran preguntar al mandatario, especialmente después de que desapareció el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) y que en este año el apoyo otorgado ha sido paupérrimo en comparación con los daños que hubo en el estado.

Durante los dos años que ha tomado las riendas del país, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha encargado de ir desapareciendo poco a poco los restos de lo que él ha llamado “el periodo neoliberal”, sin reparar en si algo servía o no.

Todo lo ha tachado de corrupto. No ha optado por corregir, sino por destruir. No ha querido conciliar, sino imponer; tampoco ha querido la paz (aunque se esfuerce en decir lo contrario), sino que ha traído la división y la polarización.

Una vez más, al sólo venir por el Tren Maya y no en auxilio de la población afectada por el último desastre natural, nos deja claro que únicamente le importan sus proyectos y nada más. Sin diálogo, sin rectificación, sólo está en su plan…sólo está pensando en él.

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