Editorial

El pasado jueves el gobernador Mauricio Vila Dosal hizo unas observaciones interesantes que nos dejan ver un poco de cómo se encuentra la relación entre la federación con las entidades, al menos en lo que tiene que ver con el COVID-19 y los protocolos de acción.

Para nadie es un secreto los constantes ataques que está recibiendo el Gobierno Federal el método en el que está midiendo el impacto del coronavirus en el país, y las disposiciones en general que ha tomado, lo que ha generado un desencuentro sistemático con varios estados que se han quejado de falta de apoyo y de inacción por parte de la 4T.

Pero, el Gobierno de Yucatán se mantenía muy respetuoso a las disposiciones federales y si bien había realizado acciones por su propia cuenta, en general estas no contradecían a las de la federación, aunque sí mostraba signos de independencia en esto de la pandemia. Pero el mensaje dado el jueves pasado nos despejó todas las dudas. Tampoco en Yucatán se confía mucho en los métodos y en el semáforo que manejan desde las oficinas centrales. “Hemos decidido que las decisiones de Yucatán no se tomen desde la Ciudad de México, sino que sean expertos yucatecos quienes lo hagan”, fueron las palabras del Gobernador, quien con esto determinó que la reactivación económica se decida desde el edificio de la calle 60.  Sí, también en la tierra del faisán y el venado se desconfía de una administración federal que en la mañana afirma que se “ha domado la pandemia”, pero que en la tarde dice que siempre no. Así cualquiera desconfiaría…

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