El (des)amor es melancólico…

Por Didier Ucán

Si hay algo más difícil de explicar que cómo es que la identidad de superman permanece secreta al usar sólo unas gafas, eso debe ser el amor. Esa compleja maraña de sentimientos y actitudes que sólo perciben algunos.

Como cualquier otro sentimiento humano, este ha sido uno de los que más han motivado a los artistas para hacer sus creaciones; no hay ninguna obra que no tenga su inspiración en el amor.

Habrá quien diga que el amor romantizado está fuera de moda, pero sin duda alguna todos nos hemos sentido atraídos por alguna historia así, y Haruki Murakami no es distinto en ese aspecto.

Tokio Blues, quizá la más famosa novela del japonés, nos cuenta la historia de Toru Watanabe, un adulto de 37 años que viaja en un avión rumbo a Alemania, en una fría mañana de noviembre con la tierra gris y una canción en la cabeza, Norwegian Wood le hará recordar entonces a un amor pasado, a un amor que perdura en el tiempo. En aquel Japón de finales de los 60 la historia de (des)amor juvenil entre Naoko, Toru y Midori se desarrolla de una manera tan sencilla en prosa y tan profunda en situaciones.

Es un relato de amor, de pérdida, de desasosiego y de educación sentimental. Cada uno de los personajes tiene su propia profundidad y lucha contra sus propios demonios; el tono en el que Toru inicia el relato puede parecer que reprocha algo, pero en realidad sólo nos cuenta su experiencia. Una que le dejará marcado para toda la vida. Y que nos demostrará que no existe tal cosa como “el bueno de la relación” o “el malo” y que inclusive el amar es una decisión.

Las historias sencillas a veces esconden tras de sí una profundidad inmensa, y es que no hay otra forma que hablar sobre el (des)amor que siento, intenso y melancólico.

 

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