El fin del túnel

Mario Barghomz

mbarghomz2012@hotmail.com

En España, según parte de la información que llega a nosotros del país ibérico, mucha gente está empezándose a sentir al “final del túnel”. La referencia hace alusión a la idea alegórica de sentirse entre la vida y la muerte. En el paso de este mundo al otro.

Y es que muchos españoles sienten que han colapsado emocionalmente después de tanto tiempo de aislamiento, guardándose de ser contagiados por el COVID-19. Ahora están saliendo en masa, dicen las noticias, para acudir al psicólogo y ver cómo sanar su coma social; ver cómo salir de su trauma, su temor y su ansiedad.

Recordemos que España junto con Italia fue de los primeros países en registrar el mayor número de casos por contagio de coronavirus en el mundo. Por eso ahora tienen las suficientes razones para decir que padecen las alteraciones emocionales obvias, ante una situación que obligó a muchos a estar solos y aislados, con la única esperanza de no contagiarse para seguir vivos.

La misma idea de mantenernos en pie por todo este tiempo, evitando el contacto con los otros, las salidas imprudentes, el correr riesgos innecesarios y mantenernos religiosamente dentro de los protocolos de higiene y seguridad, sin duda han significado para nuestra mente todo un esfuerzo extra y una tarea extraordinaria. Y los que hasta aquí llegamos sin afección alguna… ¡Aleluya!

Los que no, los que desde un principio se negaron a usar cubrebocas o seguir los protocolos sanitarios. Los que cedieron más a sus deseos y a sus impulsos de sentirse asfixiados por el encierro, el cubrebocas, y en sus salidas o reuniones se contagiaron para enfermar o contagiar a otros que también enfermaron o murieron, estarán lamentando (o no si murieron) no haber podido luchar contra lo que se ha librado más en nuestra mente.

Estar al final del túnel emocionalmente no es sino estar cansados, exhaustos, frágiles ante una situación de resistencia, de temor y agobio ante lo incierto.

Ahora habrá que recuperarnos de la ansiedad natural de una mente perturbada, del temor recurrente que seguramente hoy se presenta como un síntoma de estrés, agotamiento o ansiedad. Y nada mejor que un plan de terapia de recuperación.

Pero en nuestro país, para el mexicano y su ausencia de un principio preventivo y de costumbre en la atención de malestares nerviosos y emocionales, su falta de cultura, sensibilidad y conocimiento al respecto, le harán más difícil que acuda a una sesión de psicoterapia para remediar sus males. Para el mexicano se necesita literalmente estar loco para acudir al psiquiatra o a una rehabilitación de psicoterapia, si no es por indicaciones estrictas de una institución o de un médico que antes haya hecho ya un diagnóstico de malestares orgánicos o físicos.

Las personas en México suelen pasar sus crisis emocionales en aislamiento o en silencio (y por lo regular con vergüenza), hasta que éstas se convierten en alguna afección somática o definitivamente en un mal orgánico (digestivo, cardiovascular, óseo o linfático). Y lo peor que puede pasar es que se haya vuelto un mal crónico o se haya generado un mal mortal. Así que será el tiempo y la misma condición inmunológica de las personas lo que determine su salud futura y no su rehabilitación por diagnóstico, terapia y mantenimiento en psicoterapia.

El fin del túnel que se refiere en su metáfora específicamente a la salud emocional después de la pandemia, seguramente será padecida por muchos todavía en la oscuridad, en el temor y la ansiedad consecuente después de la precariedad de una existencia de encierro y alejamiento de la vida diaria, social y recreativa.

Pero el fin del túnel también traerá para muchos cambios y renovación en su vida tanto física como emocional y espiritualmente. Una vida nueva (si sobrevivimos) que nos permita literalmente comenzar de nuevo. Y a partir de donde estemos, nuevos planes, nuevos propósitos, nuevas gestiones, nuevos proyectos. Un espíritu nuevo (como le dijo Jesús a Nicodemo) que nos permita continuar con nuestra vida. “¡El que no nace de nuevo no podrá ver el reino de Dios!” (Juan-3).

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