El otro Complot

Por Carlos Hornelas

Desde la semana pasada en una de las conferencias mañaneras el presidente López Obrador dio a conocer que un grupo de intelectuales habría operado en la elaboración de campañas negras en contra de su candidatura durante la última elección presidencial.

Asimismo, Tatiana Clouthier, ex coordinadora de la campaña del presidente fue entrevistada en diversos medios por señalar en su libro “Juntos hicimos historia” a Enrique Krauze, como orquestador de la campaña sucia. Información que ha sido reiterada por el portal electrónico Eje Central a través del reportaje titulado “Operación Berlín”, en el cual se mencionan además los nombres de empresarios como Agustín Coppel, presidente de Grupo Coppel; Alejandro Ramírez, director general de Cinépolis, y Germán Larrea, presidente del Consejo de Administración de Grupo México.

El lunes 18 Carmen Aristegui sostuvo una entrevista con el crítico literario Ricardo Sevilla por más de una hora, en la cual explicó con lujo de detalles como se llevó a cabo la creación de diversos contenidos dirigidos a denostar la figura del candidato. Por cierto, Sevilla acota no haber recibido el último pago por sus servicios.

Ante estas circunstancias, Enrique Krauze ha advertido reservarse el derecho de ver en tribunales a Clouthier quien ha replicado que de ser así aportaría pruebas aún desconocidas que apoyen sus dichos. En una entrevista realizada por Ciro Gómez Leyva, el director de Letras Libres ha declarado: “Eso no es maquinación, es expresión de una preocupación y de una crítica política perfectamente válida, mi crítica ha sido siempre abierta, franca y pública… Yo no quiero creer que él (Lopéz Obrador) es quien está manejando esto, pero es indudable que se me ha querido vincular con una conspiración, con un complot”.

Los intelectuales -o cualquier otra persona- puede -y debe- expresar su disentimiento y su crítica ante cualquier acontecimiento o personaje político sin otra cortapisa que la de las restricciones señaladas por la Constitución y sus leyes. Sería una pena que el gobierno actual –o el presidente directamente- establezca criterios de publicación de lo que debe o no decirse a propósito de cualquier tema.

No obstante, si como se ha sugerido por los trabajos antes mencionados, parte del financiamiento de dichas campañas ha sido proveído por el propio Estado, la labor de crítica deviene en propaganda panfletaria sesgada por el gobierno en el poder, lo cual además de ser ominoso, resulta ser éticamente nulo y constituye materia de delito electoral de acuerdo con la legislación vigente. En tal caso el Estado estaría inclinando la balanza a su favor y se presentaría como un contrincante con los dados cargados.

Esto nos hace reflexionar además sobre aquellas entidades de intereses políticos que juegan en el tablero sin pertenecer a ningún instituto político. Si se ha financiado a los partidos políticos y sus actividades es precisamente para tener un control mínimo sobre el origen y destino de los recursos del dinero público que los sostiene y así evitar que grupos no declarados como ciertos actores económicos o el mismo narcotráfico influyan de manera determinante en el proceso electoral. Al menos los partidos políticos se enfrentan en una competencia en la cual el ciudadano puede decidir si sus programas de acción son dignos o no de contar con su visto bueno o enfrentar la extinción.

Se supondría que quienes quieren tomar parte en la contienda deberían registrarse como actores políticos y seguir las reglas correspondientes. Si los votos les apoyan, seguir adelante en la lucha política y si no, que les sea retirado el registro.

Más allá de esta discusión sobre actores políticos que no están en la contienda política, cabe preguntarse si corresponde exclusivamente a los partidos políticos el legítimo derecho de expresarse del modo que crean conveniente sobre la política nacional durante las campañas electorales. Al final del día, los mexicanos seguimos siendo desconfiados y ponemos cada vez más candados a los procesos, cuando en realidad siempre gustamos de las teorías de la conspiración y del complot. Así nos han hecho.

 

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