El otro cubre bocas

Por Carlos Hornelas

Mientras las autoridades sanitarias se ponen de acuerdo sobre quién debería de usar cubrebocas: si los ya contagiados o los sanos, muchos de los municipios y estados han adquirido criterios propios para sugerir, o hasta exigir, el uso de este artículo al interior de sus respectivas zonas de influencia.
Lo contrastante del tema es que en las mañaneras presidenciales, donde por cierto no se usa cubrebocas, ni se cubre el micrófono cuando pasa de mano en mano, trascendió que un miembro de comunicación social de la Secretaría de Salud dio positivo al COVID-19; ello resulta aún más relevante cuando en el salón donde se llevan a cabo, como se puede observar, se realizan al menos tres eventos informativos por día. “En la casa del herrero, azadón de palo”, reza el conocido refrán.
El pasado jueves, durante una conferencia de más de dos horas, AMLO dictó cátedra acerca de cómo manejar profesionalmente la información. Sus lecciones de periodismo incluyeron una detallada lista de medios de comunicación “objetivos” y “buenos”, desde su punto de vista subjetivo, y la elaboración de un nuevo “índice” de medios que difunden desinformación, que son “tendenciosos” y “malos”.
De acuerdo con su eminencia, el periodismo está para cuestionar al poder. Sin embargo, cuando los reporteros lo hacen, les rebate, les escamotea razones, les exige su “derecho de réplica” o simplemente les sale con la perorata del conservadurismo y una clase de historia de México en el siglo XIX.
Es penoso que quien ostenta una de las más altas tribunas del país dedique más de dos horas a la descalificación y ataque en contra de los medios de comunicación y pretenda mostrarse como el único baluarte con autoridad moral y juicio crítico para señalar con el dedo flamígero a quienes son dignos de crédito y quienes no. Sobre todo, en medio de una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes de la cual los medios propiamente ni son responsables ni tienen parte en las decisiones acerca de su desarrollo, a diferencia del poder ejecutivo.
Es precisamente a consecuencia de la falta de liderazgo por coordinar los esfuerzos de diversos actores, que el sector empresarial ha presentado una serie de propuestas para poder salir adelante, asimismo, y sin recibir ninguna convocatoria de por medio del ejecutivo: los banqueros han diferido algunas deudas a sus usuarios; algunos restauranteros han regalado comida para quienes se las están viendo duras; los hoteleros están brindando hospedaje al personal de salud para que no tengan que llegar a casa con sus familiares, así como numerosas asociaciones civiles y sectores de la sociedad se han organizado para cuidar a personas de la tercera edad o ayudar con algo de dinero a los vendedores ambulantes. La sociedad se ha organizado a pesar de la desorganización que prevalece en el Estado a nivel federal.
Ante tal situación, la Iniciativa privada, a través del Consejo Mexicano de Negocios y el Consejo Coordinador Empresarial, lograron un acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo para conseguir créditos para 30 mil PYMES. No obstante, al presidente no le gustó la idea de no ser el protagonista de esta iniciativa.
Llama la atención que quien quiere dar cátedra de manejo de la información, no haya sido informado de que el acuerdo había sido del conocimiento, al menos, de Arturo Herrera, Secretario de Hacienda; Graciela Márquez, secretaria de Economía y de Marcelo Ebrard, secretario de relaciones exteriores, quienes lo manifestaron a través de sus respectivas cuentas de Twitter. ¿No será que lo que quiere es ponernos otro tipo de cubre-bocas?

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