¿El regreso a América Latina?

Desde los albores de la campaña Presidencial de 2018, Andrés Manuel López Obrador hizo público que la política exterior de su eventual gobierno le prestaría especial atención a América Latina. Esto se explica por tres razones fundamentales. Primero, las preferencias propias del personaje y el partido, que histórica y culturalmente son mucho más cercanas a América Latina que a otras regiones del mundo. Segundo, el adverso escenario que se registra en Estados Unidos. Y tercero, lo que se percibe como un deterioro en las relaciones generales con los países del sur del continente particularmente en los 12 años panistas. Peña hizo bastante por regresar a nuestros vecinos del sur, particularmente a través de la Alianza del Pacífico.

Sin embargo, la vocación latinoamericanista del nuevo gobierno podría encontrar su primer obstáculo precisamente en América Latina. Si el resultado de las elecciones de 2006 o 2012 hubiese sido otro, un gobierno de izquierda en México habría encontrado un escenario continental más favorable. En las décadas pasadas la mayor parte de los países de la región (salvo Chile y en parte Colombia) eran gobernador por la izquierda. Hoy las cosas han cambiado. Mientras Venezuela se hunde en la vorágine a la que conduce el autoritarismo, países importantísimos han volteado a la derecha: Argentina con Mauricio Macri, Colombia con Iván Duque, Ecuador con Lenin Moreno y Chile con el regreso de Sebastián Piñera. No obstante lo anterior, las dificultades que enfrentará la política exterior mexicana hacia América Latina en los próximos años se definirá en buena medida el 28 de octubre en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil. Si ocurre una improbable (y deseable) victoria de Fernando Haddad -candidato de izquierda del Partido de los Trabajadores al igual que Lula-, el gobierno entrante tendrá en México un aliado natural y se nos presentará una oportunidad dorada para rehacer la a veces difícil relación con los brasileños. Sin embargo, si no pasa nada extraordinario, el próximo Presidente de Brasil será el ultraderechista Jair Bolsonaro y América Latina estará más complicada y polarizada que nunca, y un regreso mexicano sería más difícil que nunca.

El vínculo de México con América Latina es indisoluble, sin embargo las posibilidades de éxito de una encomienda diplomática tan ambiciosa dependen, en buena medida, de los interlocutores.

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