En la mente del asesino

Por Didier Ucán

Desde el año pasado la serie Mindhunter se convirtió en una buena opción para los que gustan de tres temas en particular, la investigación policiaca, el género thriller y los asesinos en serie.

En su primera temporada la serie abordó los pininos de Holden Ford, un agente del FBI que se embarca en la tarea de entender cómo funcionan las mentes de los asesinos en serie. Un término que era desconocido en 1977, cuando arranca la serie, y que sería parte vital en el FBI para resolver muchos casos y desarrollar nuevas técnicas para atrapar a distintos asesinos.

La segunda temporada llegó con más exposición mediática que la primera, y enseguida se ha convertido en una de las series del verano. En esta nueva temporada veremos a los agentes Ford y Tench seguir con sus entrevistas a famosos asesinos seriales como David Berkowitz, Paul Bateson o Edmund Kemper, mientras en la trama paralela se va desarrollando un plot que seguramente seguirá hasta varias temporadas después, el asesino BTK.

Sin embargo, la historia principal que se desarrolla en esta temporada es la de los crímenes de Atlanta que azotaron los primeros años de la década de los 80. Una historia a la que David Fincher, el director de la serie, ha querido darle toda su atención.

La introducción a esta nueva trama es lenta pero segura, mientras nos va mostrando los nuevos dilemas personales a los que se enfrentan los agentes, también va capturando a partir de su guion distintas subtramas que van nutriendo el show y a los personajes. Sus situaciones están calculadas minuciosamente para crear en el espectador un interés genuino.

En pocos capítulos deja claro lo difícil que fue convencer al FBI de soltar recursos para una investigación que serviría a futuro. Los problemas amorosos en los que se introduce una pareja de lesbianas, que se siente natural, y una trama detectivesca que nos deja al filo de la butaca.

Además, pone en perfecto relieve las condiciones sociales, económicas y políticas de una etapa específica, misma que aprovecha la trama para hacer un perfecto enredo. En sus diálogos y situaciones, y apoyándose con la producción impecable de vestuario, nos muestra un Atlanta sumida en problemas raciales, y veremos al agente Holden enfrentarse a dos gigantescos obstáculos: el probar que sus teorías son correctas a una policía no acostumbrada a sus métodos y a la presión política ante su trabajo.

El final de temporada es magistral y bien trabajado, y deja al espectador tener empatía en cómo es que el protagonista de la serie, Holden, se siente cuando concluye las investigaciones. Finaliza recordándonos que ahí afuera todavía queda un asesino en serie… Una manera muy funesta pero poética de que el mal aún acecha ahí afuera… Y que Holden y Tench todavía tienen mucho trabajo que hacer.

 

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