En las entrañas maternas

Roberto Dorantes
robertodorantes01@gmail.com

“Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre”, me causa asombro este pasaje de Isaías, el profeta expresa que Dios nos conoce desde el vientre materno, y nos conoce con nuestro propio nombre, el nombre es el distintivo que nos identifica como persona. Por eso la vida humana debe ser protegida y respetada desde el momento de la concepción, es decir desde el vientre materno.

El aborto directo constituye un delito, el ser humano desde el primer momento de su existencia deben ser reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.

Uno de los fines de la sociedad y la autoridad es la defensa de los derechos inalienables de la persona. Obviamente que estos derechos no quedan subordinados al arbitrio de los individuos, la vida y la integridad física son los derechos fundamentales que se protegen desde la concepción hasta la muerte.

Toda ley positiva que priva la categoría de seres humanos niega la igualdad de todos ante la ley. El Estado está al servicio de todo ciudadano, y particularmente de quien es más débil, en caso contrario se quebranta los mismos fundamentos del estado de derecho.

El Señor me llamó en las entrañas maternas y pronunció mi nombre, son palabras que cada vez que las leo, me llena de alegría, Dios conoce a cada uno de los seres humanos desde la creación, y lo expresa en las Sagradas Escrituras, a continuación dejo algunos textos para reflexionar, de cómo nos ama Dios antes que naciéramos.

“Porque tú formaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre”. Salmos 139:13.

“Como no sabes cuál es el camino del viento, como se forman los huesos en el vientre de la mujer encinta, tampoco conoces la obra de Dios que hace todas las cosas”, Eclesiastés 11,5.

“Porque tú formaste mis entrañas, me hiciste en el seno de mi madre. Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho, maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No estaba oculto de ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado”. Salmo 139, 13-16

Estos versículos llenan de gozo al creyente quien ve en las todas las cosas la mano de Dios, a pesar de que somos millones de seres humanos el Creador conoce a cada uno desde el momento que es concebido hasta el día de su muerte. Conoce nuestras alegrías y tristezas, respeta nuestra libertad, pues conoce nuestras buenas o malas acciones.

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