Escatología

Roberto Dorantes
robertodorantes01@gmail.com

Hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre”. (Evangelio de San Mateo).

La escatología es un tratado que habla sobre el fin del mundo, el evangelista nos advierte que en el momento menos esperado viene el Hijo del hombre, a juzgar a vivos y muertos.

Se hace una distinción del fin del mundo y del fin de cada hombre, ambas van con un mismo objetivo la gloria de Dios.

Hablar del fin del hombre se relaciona con las postrimerías, es decir, muerte, juicio, cielo e infierno. Cada hombre sufrirá la muerte, esta puede acontecer en el momento menos esperado.

La muerte es la separación del alma con el cuerpo. El alma intelectual quedará intacta su conciencia, de tal manera entrará en juicio con su creador. “La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo” (Catecismo Católico).

El juicio es inmediato, cada hombre conocerá su sentencia, cielo o infierno.

“Al fin de los tiempos, el Reino de Dios llegará a su plenitud. Entonces, los justos reinarán con Cristo para siempre, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo material será transformado. Dios será entonces “todo en todos” (1 Co 15, 28), en la vida eterna”.

Estos conceptos nos dan una idea general sobre el tratado de la escatología, cuál es mi intención hacer mención de ellos, es reflexionar sobre la realidad humana.

Cada ser humano cumple un ciclo de vida, al momento de ser, inicia un camino que concluye con la muerte; de la unión del alma y el cuerpo, el alma subsiste porque es una entidad espiritual; así sucederá con el mundo, cuando regrese Jesucristo, “se dice que el universo físico compartirá la consumación general (2 Pedro 3,13; Rom. 8,19 ss.; Apoc. 21,1 ss). El cielo y la tierra actuales serán destruidos, y un cielo nuevo y una tierra tomarán su lugar. Pero no se revela qué envolverá precisamente este proceso, o para qué propósito servirá el mundo renovado. Posiblemente sea parte del glorioso Reino de Cristo el que “no tendrá fin”. El reinado militante de Cristo cesará con la realización de su cargo como juez (1 Cor. 15,24 ss.), pero como el Rey de los elegidos a quienes ha salvado, reinará con ellos en la gloria por siempre” (Enciclopedia Católica, vol. 5).

Me queda claro que después de la muerte veremos la realidad, y eso me motiva a vivir de acuerdo al Evangelio, en cuanto mi humana naturaleza me lo permita, hasta el día de mi muerte, por eso me quedo con las palabras del Apóstol Pablo en la primera carta a los Corintios, que dice: “Ahora no vemos a Dios sino como en un espejo, y bajo imágenes oscuras; pero entonces le veremos cara a cara. Yo no le conozco ahora sino imperfectamente; mas entonces le conoceré con una visión clara, a la manera que soy yo conocido”.

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