Fallece Arturo González, ícono de la jarana yucateca

TICUL.- Uno de los grandes exponentes de la jarana yucateca, Arturo González, falleció aproximadamente a las 21:00 horas del miércoles en un accidente automovilístico.

El vehículo en que el se accidentó era conducido por su hijo, quien siempre había estado con él en los eventos musicales donde tocaba la orquesta jaranera. Lamentablemente, solo el músico falleció, ya que su hijo y otro pasajero que venía en el vehículo solo resultaron lesionados.

El siniestro ocurrió en el tramo carretero Tekax-Akil. El automóvil se impactó con un remolque, y reportes indican que la familia González iba con rumbo a Ticul, su tierra natal, ya que fueron a visitiar su rancho en Tzucacab. Elementos de las policías municipales de ambos municipios estuvieron en el lugar de los hechos.

El deceso ha causado consternación en los jaraneros de todo el estado, quienes han escuchado y bailado las jaranas que tocaba la Orquesta que lleva el nombre de Arturo González. El músico falleció a los 95 años; su hijo, quien conducía el vehículo, resultó lesionado, así como otro pasajero que venía en el auto compacto.

Arturo González Castillo nació el 27 de octubre de 1925, en Ticul. Él es la segunda generación de músicos jaraneros que siguió la tradición de su padre. En entrevista con Punto Medio cuando tocó en Oxkutzcab, Castillo expresó que “a pesar de los tiempos, siempre lo contratan en Yucatán, Campeche y Quintana Roo”.

González Castillo inició tocando a los 16 años con la orquesta de su padre, y al morir su padre, Tomas González, él continuó con esa tradición. Arturo, incluso, grabó varios discos con los integrantes de su orquesta, que son 16. 

Arturo fue un maestro en tocar varios instrumentos, entre los que destacan el clarinete, el hudio, entre otros. Se le recordará por siempre con las jaranas “El Mackech”, “El Ferrocarril”, “El Chinito Koy Koy”, “Gladis María”, entre otras piezas. Arturo González deja un legado jaranero para las próximas generaciones. A nombre de Punto Medio, descanse en paz.

Texto y foto: Bernardino Paz

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