Fe en Cristo resucitado, cimiento de la Iglesia

En la misa de confirmación de ayer domingo, el arzobispo Gustavo Rodríguez Vega afirmó que la fe en Cristo resucitado es el cimiento de la Iglesia.
En su mensaje, el pastor de la Iglesia católica yucateca afirmó que, tal como se lee en la Carta a los Corintios, los dones de ese pueblo no eran nada, pues no confiaban en Cristo.

–Es como esta catedral, si no tiene cimientos fuertes todo se vendría abajo. Así es el pueblo de Dios, tenemos que confiar en su resurrección y los dones serán de gran beneficio– afirmó.

La fe, agregó, también se pone de manifiesto cuando creemos en la resurrección de los muertos.

—Como dice San Pablo: Si los muertos no resucitan, entonces somos los más desdichados de todos los seres humanos, porque no tendría sentido la vida—afirmó Rodríguez Vega.

Al abundar sobre los corintios, el Arzobispo explicó que era una comunidad cristiana en la que habían muchos dones y carismas, gente que hablaba en lenguas, que hacía profecías y milagros.

En ese lugar San Pablo los orienta para que no le pongan tanta importancia a esos carismas y pide que le den más importancia al primer don que es la caridad, porque sin ella los demás no son nada.

–El fundamento es necesario, los cimientos, las columnas, por eso la fe en Cristo resucitado es el sostén que fortalece toda nuestra fe, pero también en la resurrección de los muertos–reiteró.

Rodríguez Vega explicó que cuando Jesucristo dijo que es más fácil que un pobre entre al reino de Dios, no se refería a que hay que resignarse a la pobreza.

—Lo malo es hacer a un lado a Dios nuestro señor y poner toda nuestra confianza en los bienes materiales, eso es lo malo, descuidarnos del prójimo. Serán saciados los que tienen hambre—afirmó.

Pero, dijo, cuando se cree en Cristo resucitado, cuando se espera la resurrección de los muertos, entonces la esperanza siempre está viva, y sabemos que nos vendrá finalmente la recompensa.

–Porque de los pobres es el reino de los cielos, de los que no desesperan, de los que no se afanan en forma desmedida por la riqueza, de los hambrientos, porque tienen su esperanza en ser saciados en el señor– indicó.

–Si el Señor es la columna de nuestra fe, no hay porque desesperar, entonces podemos estar seguros, sea cual sea nuestra situación, dice nuestro dicho mexicano: El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija. Pues no hay mejor árbol que nuestro Señor—concluyó.

Texto y fotos: Esteban Cruz Obando

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