Esteban Cruz
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Doce año después, los Leones de Yucatán volvieron a levantar el trofeo de campeones de la LMB, pero al mismo tiempo volvieron a sufrir un añejo mal: quedaron marginados en los playoffs del circuito, precisamente cuando estaban defendiendo la corona conseguida en junio pasado.
Fue entonces un año de contraste que dejó contento a pocos, pero al mismo tiempo a otro tanto preocupados por lo que sigue: años y años de espera para volver a sentirse campeones.
Personalmente creo que el equipo sufrió de más en el segundo campeonato de este 2018, en el que fueron eliminados por los Guerreros de Oaxaca apenas el miércoles pasado.
Y sufrió de más por esa manía que a México le vaya bien en las competencias internacionales, por eso no pusieron reparos en dejar ir a Luis Juárez, Leo Heras, José Samayoa y Sebastián Valle a los Juegos
Centroamericanos y del Caribe.
Si yo fuera propietario de los melenudos hubiera cedido a dos de ellos, jamás a los cuatro, porque es dar mucha ventaja a los rivales de zona, además del cansancio lógico que incluye jugar en dos torneos.
Por eso no me extrañó que el “Chile” Cortés haya dicho que el cansancio les pasó factura, pero tampoco escuché una autocrítica por el desfile de jugadores que uno a uno llegaron al equipo, principalmente los procedentes de los Algodoneros de Unión Laguna, el equipo hermano y, que a la larga, fueron una verdadera decepción.
La eliminación de los Leones de Yucatán tiene muchas explicaciones, pero sin dudarlo, pienso que la oficina hizo mal con tantos cambios, los que al final hicieron todo, menos equipo.
