La academia que no deja de meter reversa

Por Marcial Méndez

Primero fue el infame Óscar a la Mejor Película Popular, luego el anuncio de que no todas las canciones nominadas a Mejor Canción Original serían interpretadas durante la ceremonia y, ahora, la polémica convicción de entregar cuatro de las estatuillas durante cortes comerciales. Del año pasado para acá, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas ha tomado mala decisión tras mala decisión, e invariablemente, ha terminado echándose para atrás respecto a cada una de ellas.

Claro está que la principal razón por la que le echaron reversa a todas las antedichas polémicas es la gran magnitud de críticas negativas que le han llovido de todos lados: no solo por parte de los profesionales de la industria que la ceremonia dice celebrar, sino también de las audiencias a las que intentó cortejar con medidas fallidas como la del galardón a la Mejor Película Popular.

Si bien la situación no es tan grave como podría parecer –especialmente porque se escuchó y corrigió a su debido tiempo–, esta serie de fiascos y retrocesos sí ha dejado en evidencia una suerte de crisis de identidad que la Academia deberá solucionar en el futuro próximo. Por el momento, aquella parece perdida entre la clásica dicotomía del cine: ¿arte o entretenimiento? Se sabe que la entrega de premios es puro espectáculo, y es obvio el interés de la institución por funcionar y mantener su relevancia como tal pero, en ese afán, parece estar perdiendo de vista su función esencial: la celebración del séptimo arte.

 

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