La cámara de eco de Google

Por María de la Lama Laviada*

mdelalama@serloyola.edu.mx

*Estudiante de filosofía en la Universidad Iberoamericana. Amante de los libros, la música y la cerveza. 

Parece que Google aspira a ser el símbolo de la empresa progresista ideal: es bandera de la innovación y defiende valores como la tolerancia, la diversidad y la apertura al cambio. Autodeclarada promotora de la democratización de la información y la libertad de expresión, la compañía tiene muchas plataformas internas de discusión y crítica constructiva para los empleados, en las cuales éstos pueden opinar acerca de las políticas de la compañía.

En una de estas plataformas empezó a circular hace poco un memorándum que cuestiona, entre otras cosas, los sesgos ideológicos de la empresa. “Google’s Ideological Echo Chamber” (La cámara de eco ideológica en Google) tiene como tesis principal que la empresa, por su inclinación ideológica hacia la izquierda, ha desarrollado intolerancia hacia todas las ideas que desafíen el sistema de valores liberal. James Damore, el ingeniero en software que escribió el manifiesto, sigue esta línea argumentativa criticando, entre otras cosas, las políticas de Google de discriminación positiva que promueven la presencia de minorías entre sus empleados.

Sus argumentos son provocadores. Uno de los más controversiales se apoya en estudios de biología y psicología evolutiva para sostener que la escasa presencia de mujeres en la industria tecnológica podría deberse a diferencias biológicas entre hombres y mujeres, y que, de ser así, muchas políticas discriminatorias que persiguen mayor representación femenina en la empresa no son justas y deberían ser revisadas. Aunque el texto es serio y está bien argumentado, es evidente que toca fibras sensibles y es, por lo menos, discutible. Aún así me parece francamente decepcionante la respuesta de Google: ayer la empresa despidió al autor del texto por “promover estereotipos de género dañinos”.

Tanto los críticos como los defensores de Damore discuten acerca de la verdad o falsedad de sus reclamos y las posibles motivaciones racistas/sexistas del autor.

Pero creo que el problema es más grave y general que esas discusiones. Más allá de si el despido fue legal, injusto y/o una estrategia de publicidad (a fin de cuentas, con su decisión la empresa queda bien posicionada ante Silicon Valley y toda la comunidad de izquierda, que pedía represalias contra Damore), creo que con su respuesta Google está ayudando a aplanar todavía más un camino que está generando una crisis en la izquierda y que, por ejemplo, llevó a Trump a la presidencia de Estados Unidos. Tapándose los oídos ante las críticas, negándose a considerar cualquier argumento que rete su visión del mundo, la izquierda genera rencor y rechazo en cualquier otro sector de la sociedad. Es cierto que la diversidad es uno de los valores democráticos fundamentales, pero negarnos a discutir acerca del tema y tachar de racista y sexista a Damore sin evaluar con seriedad sus argumentos es perder de vista por qué estas actitudes son reprobables.

Trump y el crecimiento del odio declarado a los liberales son prueba de que ignorar o suprimir ideas que nos parecen equivocadas es contraproducente. Parece que no hemos aprendido nada: El ala conservadora ya se está colgando del despido de Damore para satanizar a la izquierda, poniéndolo como ejemplo de la intolerancia, la irracionalidad y el autoritarismo liberal. Me gustaría decir que están equivocados.

Le recomiendo mucho al lector buscar en internet el memorándum, que después de tanto drama yo imaginaba similar a Mein Kampf y que en cambio me decepcionó un poco con su seriedad y prudencia. Creo que James Damore está equivocado en muchas cosas; pero en cuanto al eco ideológico y la falta de libertad de expresión en Google, la empresa le dio, junto con su despido, toda la razón.

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