La gracia del amor

Por: Mario Barghomz

Todo amor es un destino, una ruta y una tarea; un rumbo por donde el corazón nos guía.

Qué gracia la del amor que siempre está contigo, que no se agota y no se rinde. Y como Romeo y Julieta; ni con la muerte te deja.

Qué gracia la del amor que no se agobia, que no cuenta los días como si fueran los últimos, sino cada minuto que crece contigo.

Qué gracia la del amor que te permite llamarlo ¡amor mío!, que te deja que le hables y que lo abraces en los días más tristes.

Amor que se deja amar por tus labios y le acaricies con tu corazón el alma.

Qué gracia la del amor que como tu piel te viste y en tu desnudez te mira como si mirara el cielo.

Qué gracia cuando el amor es sincero, grato y amable a tus deseos, que cuando lloras te consuela y en tu alegría siempre está contigo.

Qué gracia la de tanto amor en una sola caricia, en el roce delicado de una palma sobre tu espalda y el aliento de su boca amada en tus labios.

Qué gracia la de los amores ricos en miradas, guiños y coqueteos, en la sencillez de dos almas que saben llenar su vacío y nutrir con besos su memoria.

Qué gracia tener un amor que sin decirte nada sabes que te pertenece. Y si te habla; te dirá que te ama.

Amor que no se agota, sino que de noche crece sobre tu cama, y ante el sol del día te ilumina el alma.

Qué gracia que de pronto desaparezcas en sus labios y en el abrazo generoso de su cuerpo.

Qué gracia la del amor que te ama sin que se lo pidas y que está siempre presente cuando más lo necesitas.

¡Amar para siempre! ¡Amar como nunca! Amar por todo y por nada. Amar para estar en paz y pasar el día.

Amar sin miedo, sin renunciar nunca a la primera promesa, sin herir jamás el corazón de quien te ama.

El amor debe ser espiritual por naturaleza y filósofo en su búsqueda; su afán es encontrar la belleza, lo bueno y lo justo en un alma digna de ser amada.

Y no es la belleza lo que busca un buen amor, sino engendrarla y producirla en el ser amado. De tal manera que lo bello en lo que se ama, no será porque lo sea, sino por el amor de quien lo ama.

Sócrates dice que el amor llena un espacio donde antes no había nada, y por eso es deseo y anhelo de tenerlo. Amor que se piensa y se reconoce con el tiempo.

Y qué gracia la de quien ama el alma más que al cuerpo. Porque los deseos del cuerpo son los que privan al alma.

Qué gracia la de esos amores que se sueñan, que se acompañan y se miran, y si no están se extrañan.

Qué gracia la del amor que siempre se quiso y ahora se tiene. Ese que cabe en la palma de tus manos. Ese que un día se metió en tu cabeza y desde entonces no ha salido.

Ese amor que de mañana o de tarde siempre tienes presente.

Qué gracia cuando el amor no se acaba, sino crece con el tiempo como si lo podaras. Y cada día más hermoso amanece sobre tu cama.

Quiero amar así; como se aman dos que siempre estarán juntos.
Dos –como dice Benedetti- que no se venden simulacros.
Como se aman los verdaderos amores; en el balance mismo de su gracia mutua.

Y si por amor muero; que mi muerte sea por la vida de lo amado.

El que ama siempre sueña, y cuando sueña… ¡despierta!

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