La peor parte

Por Mario Barghomz

Amar a una mujer, quererla tanto que sea imposible hacer una vida buena sin ella. Amarla sabiendo que no hay otra, que tu corazón no quiere a nadie más que a ella. Porque además, ella también te ama. Y sabes que te quiere no tanto porque te lo diga, sino porque lo ves en su alma. Porque has aprendido a mirarla más allá de sus actos, su cara y sus palabras.

Qué bendición para los pocos hombres en este planeta que tienen o han podido tener una mujer así. Que pueden amar sin equivocarse, sin esperar ni desear nada más sabiéndose dichosos y completos. Qué hermoso cuando se puede llorar así por una mujer. Cuando cada lágrima vale la pena aunque nunca sea suficiente ni valga tanto llorar como su sola presencia. Qué bella manera de vivir de un hombre junto a lo más amado, junto a lo más venerado con el tiempo y las razones de un corazón que se comparte, que se entrega en cada momento recibiendo, además, lo mismo de la persona amada.

Pero qué pasa cuando lo más amado se pierde, cuando la persona que más quieres en el mundo se te muere. Y cuando después que la haz perdido no te recuperas, porque la tristeza es lo único que te queda de ella. “Créanme que lloro todos los días –cito-: desde que murió hace increíblemente más de cuatro años, no he pasado ni una hora sin recordarla, ni un solo día sin derramar lágrimas por ella…”.

Esta es la historia del último libro escrito por Fernando Savater (2019. La peor parte. Memorias de un amor. España-México: Edit. Ariel), el filósofo español radicado en San Sebastián, Madrid. Una historia que duele desde sus primeras páginas. Que se asume desde el dolor mismo del que narra. Porque es una historia real, una historia de vida; la de Savater y Pelo Cohete (como nombra a su esposa cariñosamente).

Más de cuatro años de sufrimiento –dice- pero también de constante miedo, porque ahora su amor es ausencia y ya no me protege como cuando estaba presente. Ella me protegió siempre durante toda nuestra vida juntos (mi verdadera vida; treinta y cinco años), me insufló ánimo, vitalidad y alegría con perfecta destreza, probablemente sin intentarlo siquiera. Quien no ha amado y ha sido amado, no puede saber el brío y la coraza que brinda el amor”.

Sin embargo, no todo el libro posee la belleza literaria de sus primeras páginas que es donde Savater desnuda su alma, donde describe su dolor, su silencio y su tristeza. Y como si se justificara, escribe en la página 16: “Cuando ella murió me puse a escribir sobre la sorpresa que suponía para mí ser tan desgraciado. Apuntes descabalados, erráticos, por primera vez en mi vida algo que no tenía intención clara de publicar. ¿Para qué? ¿A quién podría interesar? ¿Cómo transmitir a nadie cosa tan ridícula como las zozobras inesperadas de un recién llegado a la desventura?”

Dos terceras partes del texto (las últimas) son muy coloquiales, narrativas y autobiográficas; una crónica de vida contada con mucha opacidad y realismo. Savater narra cómo conoció a su mujer, algunos detalles de su vida íntima con ella, sus gustos, sus viajes, anécdotas de un hombre enamorado. Pero nada sin más literatura ni filosofía, sino una narrativa simplemente descriptiva.

Un texto sin duda excelente para los amantes de las crónicas de vida. ¿Para mí? Me bastan las primeras páginas; el lenguaje profundo con el que Savater se describe y describe su abatimiento. Su sufrimiento estético, como diría Soren Kierkegaard, desde el que de algún modo se redime y redime a su corazón aún enamorado en el uso de cada idea y de cada palabra que son el espejo mismo de sus sentimientos.

“La peor parte” resulta ser esa parte bizarra y amarga, esa parte oscura y dolorosa; la soledad y la tristeza de un hombre que no entiende a la muerte así como entiende al amor. De un hombre que desde la muerte de su amada no sabe hacer otra cosa que estar triste. Pero que sin la tristeza, esa tristeza donde está ella, él no quiere seguir viviendo. No sin el dolor que lo acompaña.

“Me duele, claro, pero por nada del mundo renunciaría a ella –dice-. Nada sería para mí más triste que dejar de estar triste”.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.