La Plaza de Toros Mérida 90 Aniversario

Por Ángel E. Gutierrez Romero

El pasado domingo 27 de enero se cumplieron 90 años de la inauguración de la Plaza de Toros Mérida, monumento arquitectónico que, a pesar de los estragos que nueve décadas han dejado a su paso, sigue enseñoreándose en el cruce de Reforma con 33 B, de la capital yucateca. Como correspondía, la efeméride fue celebrada con una corrida que reunió a dos de los principales nombres del toreo actual de España y México. Los pormenores del festejo han sido puntualmente reseñados por autorizados cronistas taurinos y no es este el espacio para agregar más a lo ya dicho. Solo cabe apuntar que los tendidos de la Mérida, a pesar del aguacero y los ventarrones que unas horas antes azotaron la ciudad, se vieron colmados por la afición yucateca, demostrando la vigencia que esta tradición tiene entre un amplio sector de la población del estado.

Como saben los entendidos, la Plaza de Toros Mérida fue edificada por iniciativa de los hermanos Fernando y José Antonio Palomeque Pérez de Hermida. Tomó como modelo, guardando las debidas proporciones, la Monumental de Granada y en su construcción se emplearon técnicas catalanas. Desde la ya lejana tarde inaugural, un mano a mano con Luis Freg y Fermín Espinosa, “Armillita Chico”, por el albero de la Mérida han desfilado muchas de las principales figuras de la tauromaquia del siglo XX y lo que va del XXI. En esta plaza toreó por última vez en México el célebre Manuel Rodríguez, “Manolete”, el 9 de febrero de 1947; meses después vendría la tragedia de Linares, donde “Islero”, de Miura, le arrancó la vida, el 29 de agosto del mismo año.

En su ensayo “Toreo, tránsito y permanencia”, el crítico e historiador del arte Jorge Alberto Manrique señalaba estar convencido que: “Aceptar los toros –que es reconocer en este espectáculo una forma de arte— es una enfermedad, un vicio que se tiene o no (que se puede heredar o contagiar) pero que no se puede discutir in toto. Se puede experimentar: de hecho, siempre se tiene que experimentar…”

Por su parte, la doctora Teresa del Conde escribió: “No pensamos, por ejemplo, en que las verónicas de Manolo Martínez eran obras de arte (por ser demasiado efímeras), aunque nadie negaría que la tauromaquia es un arte y que, para apreciarla, más allá del espectáculo que supone la arena y la corrida, se requiere preparación, lo mismo que para la ópera”. Ideas que podrían resumirse en la frase “C’est la fête des gens de coeur”, de la “Canción del Toreador”, de Carmen de Bizet.

¡Enhorabuena a los taurinos yucatecos por este aniversario y que vengan muchos años más!

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