La principal

La violencia —habría que seguir repitiéndolo hasta el cansancio— se ejerce de distintas formas. Sus escenarios rebasan las guerras, los golpes o los balazos. Así, contra lo que se pudiera imaginar, hay una infinidad de espacios donde esta práctica existe, aunque se vuelva menos evidente, más silenciosa, pero igualmente brutal.

Tristemente, la mujer sigue siendo la protagonista de muchos de esos casos. Allí donde el sexo femenino no goza las mismas oportunidades, es donde la violencia aparece, se desarrolla y se hace más fuerte.

El problema es que muchos varones siguen sin entender, o con mayor precisión, sin querer entenderlo. Basta revisar las opiniones de algunos en torno a temas como éste o el acoso callejero para entender los enormes retrasos que siguen existiendo en materia de equidad.

Así, bastaría recordar nuevamente que esta auténtica lucha no se trata de abrirles la puerta, consentirlas con flores o felicitarlas el Día de la Mujer, quizá uno de los errores más frecuentes y torpes en el intento por enmendar las cosas.

Por el contrario, la verdadera tarea consiste en generar condiciones de absoluta equidad en todos los ámbitos, reconociendo, en primera instancia, que históricamente la relación entre hombres y mujeres no ha sido equitativa y que, lo mínimo que puede llevarse a cabo, es hacer un alto en el camino para escuchar a las compañeras y saber de su propia boca cómo, juntos, podemos seguir construyendo un piso más parejo.

Por lo anterior, declaraciones como las de la doctora Gina Villagómez Valdez —incluidas en la nota principal de nuestro compañero Jesús Gómez— a través de las cuales se afirma que las mujeres siguen siendo relegadas en la política, tal y como ocurrió en las pasadas elecciones a nivel municipal, tienen que ser escuchadas, atendidas y resueltas.

La soberbia debe quedar atrás. Los varones no hicimos la historia solos. Ellas siempre estuvieron allí. Fueron esenciales, sin embargo, las silenciamos a través de la fuerza. Si verdaderamente, en este siglo XXI, somos algo más que puro músculo, es momento de generar voluntariamente más oportunidades para que caminen a nuestro lado.

Es el tiempo. Hagámoslo juntos y de buena voluntad porque, de cualquier forma, ellas también se han hecho fuertes en las diarias tormentas del machismo.

Marineras curtidas por el agua y la sal, han decidido que nunca más caminarán detrás. Nunca más.

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