La última semana de la vida de Jesús en el arte

Más allá de la exaltación devocional propia de la imaginería barroca que cada Semana Santa inundan, paso a paso, las calles de las ciudades y pueblos, la historia del Arte está plagada de grandes obras maestras que narran la última semana de la vida de Jesús -Pasión, Muerte y Resurrección- desde un carácter más conceptual y evangélico, incluso pedagógico, reflejo de la institucionalidad de la Iglesia Católica en todos los ámbitos de poder, especialmente entre los siglos XII y XVIII. A continuación presentamos tres de estas obras:

“La última cena” (1498). A pesar de ser una de las pinturas murales más famosas del mundo, la obra que Leonardo Da Vinci pintó para el refectorio del monasterio de Santa María delle Grazie de Milán (Italia), ha llegado en muy mal estado de conservación. Y es que Leonardo, en su afán de innovar, no utilizó como era habitual la técnica al fresco, sino una mezcla de temple y óleo, además de una sustancia a base de aceite y barniz, elementos que sobre una pared pobre de yeso provocaron muy pronto su deterioro.

Tampoco eligió Leonardo, como era costumbre en la época, el momento clave de la institución de la eucaristía, sino que representa a Jesús en el momento que dijo a sus discípulos: “En verdad os digo que uno de vosotros me traicionará”, una revelación que sorprendió a los apóstoles.

“Cristo con la Cruz a cuestas”. El Museo del Prado, en Madrid, posee dos obras de Tiziano que narra un momento del llamado Viacrucis, en el que Simón Cireneo es obligado a ayudar a Jesús cuando cae exhausto camino del Calvario o Gólgota.

Mientras la primera, “Cristo camino del Calvario”, es una obra austera de colorido pero más narrativa al mostrarnos explícitamente la caída de Cristo de rodillas, en la segunda, “Cristo con la cruz a cuestas” (1565-1570), el artista veneciano se manifiesta con una pincelada más libre y un colorido más vivo, lleno de brillos.

El dramatismo que soportó Jesucristo se acentúa mediante la diagonal que marca la cruz que cae sobre su espalda, con un efectista primer plano, excepcional en la obra de Tiziano, que muestra el sufrimiento contenido de Jesús que se gira al espectador con los ojos lacrimosos.

“El Cristo crucificado”. También conocido simplemente como “El Cristo” o “Cristo de San Plácido”, es una pintura al óleo sobre lienzo de Diego Velázquez. Es la imagen devocional española más copiada y reproducida de todos los tiempos, quizás por esa sensación de reposo, de soledad y recogimiento frente al tormento; un dolor contenido que da paso a la calma, que sobrecoge más que cuando sus marcas externas se evidencian.

Representa el mismo instante de la muerte de Cristo, sin hacer referencia alguna al espacio ni al tiempo, donde solo un suave halo de luz mística lo envuelve, otra vez Jesús como luz que se impone sobre las tinieblas.

Una obra en la que desaparece el dramatismo de su época, para dar paso a una paz sobrenatural, fuente de la grandeza y trascendencia de la obra.

Texto y foto: El Universal

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