Porque lo dice la Constitución

Una persona muy querida atraviesa el dilema de tramitar o no su credencial para votar. Las razones para hacerlo me parecían tan obvias, tan fundamentales que nunca preparé argumentos más allá del ‘‘no te preocupes porque cuando tengas tu INE, sí podrás ir al antro’’. Pero resulta que el pragmatismo común y corriente es inservible cuando irse al antro no es motivo de interés personal y, me aseguran, hay quienes se hacen de la vista gorda al controlar el acceso de menores de edad, porque nadie es demasiado joven a la hora de consumir.

En mi juventud, no te escabullías al antro porque en las discotecas había las celebérrimas ‘‘tardeadas’’ (festejos tempranos, sin consumo de alcohol) antes de que los adultos llegaran a la barra libre. Por el simple gusto de bailar y socializar llegabas con tu mejor crepé en el fleco y estabas más pendiente del reloj que la mismísima Cenicienta, porque la promesa de llegar temprano era sagrada, so pena de quedarte en tu casa por semanas sin término, hasta que por fin fueran vacaciones o dejaras de ser adolescente. Sólo los mayores pueden decidir, pero eso nada tiene que ver con una credencial que lo permita.

El incentivo lúdico para volverse una persona adulta y responsable, ya no es ni remotamente el principal motivo para convencer a alguien a acudir a la autoridad electoral y pedir el registro de la ciudadanía. Hay que ser categóricos al hablar de este tema y evitar ser condescendientes al trivializar que un joven acuda a tramitar su credencial del INE para irse de fiesta. Según el Inegi, casi 7 millones de jóvenes estarían en edad de sufragar por primera vez el próximo año.

De acuerdo con la Constitución Política de nuestro país, capítulo IV, De los ciudadanos mexicanos, en su artículo 34 señala que la calidad de ciudadano se obtiene a los 18 años, y esto conlleva Derechos –desglosados en el artículo 35– y Obligaciones –descritas en el artículo 36– donde se presenta una peculiar situación: VOTAR es derecho y obligación explícitas para un ciudadano mexicano.

Con la ley en la mano –literalmente–, supuse agotado el tema de tramitar la famosa credencial, pero el dilema apenas comienza ‘‘¿por quién votar? ¿qué caso tiene tramitar la credencial si todos, todos los políticos tienen cola que les pisen?’’. Y esa afirmación desafortunada e injusta no fue lo que más me preocupó, sino escuchar ‘‘¿tú por quién votarías?’’ Eso sí me heló la sangre porque las preferencias electorales de quienes hemos votado más veces pueden influir a los más jóvenes. Tengamos en cuenta que debemos ser sinceros y prudentes para hablar sólo de lo que nos consta y remitir a los documentos que la red pone al alcance para ampliar información. Destaquemos la congruencia de los personajes políticos, revisemos mensajes y frases de campaña, y que los jóvenes decidan por sí mismos.

En los tiempos electorales que vivimos, no se da tregua ni en las fiestas de Navidad y Año Nuevo. No obstante, trato de abstraerme y elegir las mejores palabras para ayudar a la persona en el dilema que les he contado. Quiero que pueda apreciar lo bueno de la política y destacar cualidades de las personas, pero sin dejar de ver los defectos de carácter que llevan a incurrir en trampas o malas decisiones. Por favor animemos a los jóvenes que tengan 18 años cumplidos al 1 de julio de 2018, para que, sin excusa ni pretexto, tramiten la credencial antes del 31 de enero del próximo año. Faltan unos cuantos días y hay que sacar la cita ya.

Carmen Garay. 

Maestra de periodismo, con una visión clara y congruente de la actualidad y de los problemas que aquejan a nuestra sociedad.

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