Los años maravillosos: historias de la niñez

En las memorias de Fernando Valentín Salazar están los juegos en los que participaba, gritar a los aviones que pasaban, e incluso lo que más temía en esa época era la chancla de su mamá

A unas horas de celebrar el Día del Niño, hacemos un viaje al pasado para revivir algunas historias que distinguidos lectores han compartido, y en las que con nostalgia recuerdan cómo era la calle o colonia en la que vivían, los juegos en los que participaban, y hasta algunas de las cosas con las que fantaseaban como el hecho de creer que con poner una moneda en la vía del tren lo descarrilarían.

De esto nos platica Fernando Valentín Salazar, quien vivía en el Fraccionamiento La Huerta, por lo que, al estar a una cuadra de los rieles del tren, recuerda con emoción el silbido con el que se anunciaba la llegada del tren, así como la diversión que representaba a los chicos de entonces correr a su lado para tratar de ganarle.

“Cuando pasaba un avión, todos los niños salíamos a verlo y le gritábamos a voz en cuello: Adiósssss Adiósssss, y ni se diga de bañarse en un aguacero, en los chorros, eso era muy divertido”, recuerda el buen Dolo Salazar.

No han pasado muchos años, ni siquiera cuatro décadas de esta época en la que los niños no discutían con sus padres, y se les obedecía lo mismo que en la escuela a los profesores, que eran modelo a seguir y a quienes no se les faltaba el respeto.

“Me enseñaron a saludar, a despedirme, a decir gracias y a pedir permiso y a entender el lenguaje de los ojos”, dice nuestro entrevistado, quien recuerda que salía a jugar con los vecinos de la cuadra futbol, canicas, burro castigado, palitos chinos, tamalitos a la olla, quemados, busca busca, pesca pesca, además de que contaban cuentos de terror y chistes, y hasta subían a los árboles.

“Nos gustaba bajar los cerros en bicla o avalancha, y también elevar el papagallo o cometa, jugábamos al trompo, escondite, la peregrina, a brincar la cuerda, la traes, bote pateado, stop. En esos días si alguien tenía una pelea, era de puños. ¡Los niños no teníamos armas cuando crecimos, excepto revólveres de palo o de fulminantes para jugar de vaqueros!”, recuerda.

Y aunque como niños, considera nuestro entrevistado, no le tenía miedo a nada, más que a los chancletazos de mamá, era muy importante respetar a los ancianos.

“Se nos enseñó el respeto por los demás y por la propiedad ajena. Como niño, no se hablaba si un adulto estaba hablando”, detalla Fernando Valentín, quien destaca que los niños de entonces comían lo que sus madres cocinaban y punto, ya sea arroz con pollo, frijoles, lentejas, pollo con papitas fritas, verduras, etc.

Y acerca de la época de los carnavales, recuerda aquellas batallas con azul de lavar en las que también se utilizaba con el mismo propósito maicena, huevos y globos de agua.

“¡Como gozábamos!, pero eso sí, cuando se hacía de noche sabíamos que era hora de entrar, con un chiflido de nuestro papá”, dice el buen Dolo, quien antes de concluir expresa un deseo muy especial:

“Cómo quisiera que pudiéramos volver a esos tiempos, porque estamos perdiendo a nuestros hijos en una sociedad sin respeto a la autoridad, la compasión y sensibilidad por los demás”, concluyó.

Texto y fotos: Manuel Pool

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