Manzanilla SchaFfer, inteligente, culto y sencillo: Peniche Coldwell

La memoria histórica de los hombres y mujeres que han marcado el rumbo de la entidad permite entender el rumbo de lo que hoy es, en el caso local, el Yucatán contemporáneo, tal y como hoy lo conocemos.

Recientemente falleció uno de los ex gobernadores de nuestro estado, don Víctor Manzanilla Schaffer, a la edad de 94 años, en la ciudad de Irapuato, en Guanajuato, donde radicaba.

Agradecemos la contribución de don Óscar Fernando Peniche Coldwell, para llevar a cabo esta breve relatoría de lo que fue su convivencia personal con uno de los hombres de poder, que en su momento generó polémica.

¿Cómo se conocieron?

“Tuve el gusto, honor y suerte de conocer a don Víctor Manzanilla Schaffer antes de que un servidor fuera electo presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco). Siempre fue una relación cordial; donde nos encontrábamos nos saludábamos, esto antes de que yo forme parte de dirigencia alguna o puesto público. Y en ese entonces, no sé si don Víctor era diputado o senador.

“Cuando asumo la dirigencia de la Canaco, ya entre 1989 y 1990, él ya era el Gobernador. Puedo decir que era una persona mucho muy inteligente, muy culta, con la que podías platicar y aprender. Tenía muchos conocimientos, muchas anécdotas, pero sobre todo una cosa muy especial: era un político muy sencillo.

“Varias veces llegó a marcarme a casa. No habían celulares en ese entonces, por lo que él personalmente llamaba. Me decía “Óscar”. Y en una ocasión recuerdo que contestó una de mis hijas, y cuando escuchó que le hablaba don Víctor Manzanilla Schaffer, pensó que era uno de sus tíos que estaba bromeando”.

Uno de los pasajes recientes

El amigo

“Me atrevo a decir que me dio algo que le dio a pocos: su amistad. Aunque yo nunca por eso dejé de referirme a él como el “señor gobernador”. Siempre hubo un respeto a su investidura. Y frecuentemente nos invitaba a comer a su casa, tanto a mí como a Leandro Silveira Cuevas, que era en ese entonces el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra).

“Íbamos a su casa y nos contaba cosas de su vida política. Una de las anécdotas que relataba con mayor emoción era cuando fue embajador en China.
“Sabía oír. A pesar de que en esa época eramos más jóvenes que él, nos decía: “me gusta oírlos porque son las ideas de los jóvenes”. Pues él tenía más de 60 años y nosotros poco más de 40”.

Un gobernador que escuchaba

Contrario a lo que muchos hombres de poder experimentan, Manzanilla Schaffer, según don Óscar Peniche, controlaba muy bien el ego y el poder sobre la sienes, y aceptaba las críticas o las posturas contrarias.

“Cuando había problemas, platicábamos con él y le decíamos si estábamos o no de acuerdo. Y él aceptaba que tú le dijeras que no estabas de acuerdo.

Siempre con respeto, claro. “Con todo respeto, -decíamos- la cosa no va por ahí.Siempre -continuó Peniche Coldwell- nos decía: ¡a ver, vamos a platicar, ¿porqué me dice dices esto, en qué te basas?, y llegábamos a un acuerdo. El señor (Don Víctor) se abría, no se encerraba en su investidura y no imponía.
“A veces esas diferencias las platicábamos en una comida o en una cena. Íbamos a su casa y en ese entonces no había servicios a domicilio. Nos preguntaba qué queríamos comer, y lo pedíamos a través del Mayor Cetina, que era su jefe de ayudantes, quien se encargaba de llamar por teléfono, pedir los platillos e ir a buscarlos.

“Cuando nos mandaba llamar era para hablar con nosotros sobre algún tema que quería analizar, y en ocasiones nos acompañaba su secretario general de Gobierno o algún otro miembro de su gabinete”.

La delgada línea que no se cruza

“Manzanilla Schaffer nos daba mucho nuestro lugar. Cuando se inauguró el Puerto de Altura, los oradores fuimos Leandro Silveira y yo. Cuando venía el Presidente nos daba nuestro lugar, nos invitaba a hablar ante el mandatario federal, sobre todo cuando la Junta Coordinadora Empresarial se rotaba. Te daba tu lugar como presidente de la cámara que representabas.

“Llegué a tener una amistad con él. Aparte que era gobernador, y el puesto que yo tenía, llegamos a ser amigos. Y su esposa, Doña Roby, igual.

Esperabas ver a la Primera Dama con cientos de sirvientes, pero no, ahí la veías en casa, lavando platos, y ella misma se acercaba a ofrecerte una tasa de café. Eso era como para que te mande a la servidumbre. Y eso para nosotros, para mí, era como ir a visitar a un matrimonio amigo a su casa.
“Y entonces yo lo invitada a mi casa y Leandro a la suya. En una ocasión me habló para decirme que Jaime Serra Puche quería una reunión con los empresarios para realizar un planteamiento sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC), y era de un día para otro. Al final logramos reunir a mil empresarios.

“Hablamos a la Canacintra, CMIC, Coparmex, Vestido, Canacome, todos. Eso fue en los inicios del TLC, entre el 89 y los 90, precisamente. Y había un recurso que se “prorratea” con las cámaras, hay un presupuesto para ello. Y nosotros no abusábamos ni viceversa. Si era nuestra responsabilidad, financiábamos la comida.

“Don Víctor le dio mucho juego a los empresarios, les dio presencia y su amistad. Nos invitaba a sus giras. Y en ocasiones iba otro hombre atento, amable, un caballero, don Jorge Aguilar Ceballos, que era de su gabinete. Muchas veces, el funcionario que llega a un puesto se pierde, se marea por el elogio, porque todos quieren estar bien con él, porque quieren algo de él.

“Y yo no dudo que en su gabinete hayan habido funcionarios así; sin embargo, la gran mayoría eran buenos funcionarios. Y a la vez, nosotros, un servidor, respetábamos siempre las investiduras. Los asuntos los tratábamos dándole su lugar a su gabinete. No nos brincábamos a nadie, a pesar de que tenía línea directa con él”.

Una propuesta que tuve que declinar

“En una ocasión en algún evento de varios funcionarios don Víctor dijo: Muchas veces los presidentes de cámaras empresariales, llegan a ser presidentes municipales.

“Algo que fue evidente para muchos, y que al día siguiente, por un lado me pegaban y por otro me felicitaban. Él no quería que le impongan a nadie en la alcaldía de Mérida.

“Sin embargo, no faltó el que me dijo: ¿Le pediste algo alguna vez?. No, respondí. Entonces no le aceptes, porque no le queda mucho tiempo al frente del gobierno”.

La duda de un conflicto

“Nunca se expresó mal de nosotros, de nadie, de ningún político. Tampoco llegó a decirme que le estaban haciendo alguna grilla, y nosotros nunca preguntamos. Solo sabíamos que si le iba bien al gobernador, nos iba bien a todos, a Yucatán.

“Cuando teníamos fuerte vínculo con turismo, habíamos pugnado por traer la Eurobolsa, cuando se habían quedado fuera los europeos del tianguis turístico, y en ese momento fue cuando le perdí la pista, no volví a saber nada de él, más que una invitación a su segundo matrimonio. Y eso fue todo”.

Texto: Iván Duarte
Fotos: Amílcar Rodríguez

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