Música y arte, pasiones de don Carlos Daniel Osorio Cosgaya.

Valladolid es cuna de personajes ilustres que aportan a la tierra, entre ellos el artista del pincel, Carlos Daniel Osorio Cosgaya

El cronista de la ciudad, Leonel Escalante dijo que “la sultana del oriente es un lugar donde han nacido mujeres y hombres muy valiosos, que han aportado a la historia importantes legados que fortalecen la cultura maya; la antigua Zací, enclavada en el corazón de la península de Yucatán, es un lugar milenario, cuna de grandes hechos históricos”.

A lo largo de la historia ha dado ilustres y destacados personajes que lucharon por el noble ideal de su engrandecimiento. A 475 años de su fundación, nuestra bella Sultana del Oriente se yergue como una pujante capital cultural, educativa, turística y comercial en el oriente del estado. Somos muchos los que admiramos y nos emocionamos por esos capítulos tan llenos de gloria, en donde sus hombres y mujeres la defienden con desmedido pundonor.

Y si hablamos de personajes notables que le dan nombre y prestigio, pues qué mejor que homenajear en estas sencillas líneas a un notable músico, gran amigo y que es, además, extraordinario artista del pincel: Don Carlos Daniel Osorio Cosgaya. Son pocas las personas que, como él, que aportan tanto a la tierra a través de diversas actividades.

Su trayectoria musical ha sido reconocida y aplaudida, como cuando celebró 60 años de una impecable carrera musical al lado de un ícono en la música de trova en Yucatán: el grupo Los Tachos, agrupación que ha llevado el nombre de Valladolid a otras latitudes.

Se trata de un verdadero artista del pincel que, de manera discreta, ha dejado un importante legado para la plástica yucatanense. Con las incipientes lecciones en su niñez de maestros que, más que técnica, dieron e hicieron despertar en él una vocación con innegable sensibilidad y talento para esta hermosa tarea que hasta hoy alimenta su vida.

Son incontables los retratos que ha pintado, bajo encargo de gente que desea ser inmortalizada a través de los colores de su singular paleta: rostros traviesos de niños, artistas y trovadores, políticos encumbrados, familiares muy queridos y clérigos inolvidables, también hermosos paisajes del terruño que hoy cuelgan en tantas paredes hogareñas, cual galerías, que no sólo adornan sino rinden también merecido homenaje al artista.

Texto y foto: Edmundo Hernández

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