Pandemias de tristeza

Jhonny Eyder Euán

En muchos hogares hay pandemias de tristeza y de incredulidad ante el inicio del último mes del año. Rápido se ha pasado este 2020 aunque seguimos en ese mismo tenor incierto que se apareció en marzo pasado.

¿Qué hicimos estos meses? ¿Cuántas cosas tuvimos que dejar? Para empezar, querido lector que me ves desafiar al confinamiento y tomarme una taza de café en una cafetería ubicada en el Palacio de la Música, le pregunto cómo se siente hoy.

Pensaba tomar mi motocicleta e irme hasta el confín de la ciudad para admirar las puestas de sol y luego comprarme una marquesita o un esquite en el malecón de una playa al anochecer. Pensaba volar lejos de estos territorios para caminar por pasillos concurridos y llenos de historias de otros continentes.

Es claro que no pude hacer nada y en su momento eso me deprimió. Se sintió mal tener que apretar el botón de cancelar a tantas cosas. Con un coraje ahogado entre miedo es como supongo que más personas aceptaron la necesidad de frenar los planes. De alguna manera este tiempo pandémico acrecienta los males ratos de la vida.

Por un lado, alguien continúa sin empleo y está desesperado. Fue despedido hace cinco meses y no ve esperanza. En otra parte no fue el virus que destruyó hogares, sino un clima atípico que se llevó paredes y techos.

En otras urbes la gente sigue perdiendo a sus seres queridos, mientras aquí al vecino le han vuelto a rechazar los textos que noche tras noche mantienen encendidas las luces de su casa. Dice que no le interesa ser escritor, pero le dijeron que hay revistas que pagan por publicaciones y por eso escribe durante las madrugadas, cuando su esposa e hijos duermen.

Otros vecinos huyen de las redes sociales y de la realidad. Ya no están pendientes de las cifras de contagios, sólo fijan el ojo en las películas que pasan en el canal cinco o siete. Es triste cuando parece que se olvidan las muertes y nos comportamos tan indiferentes ante el dolor ajeno.

Las cafeterías son lugares públicos en los que tampoco puedes estar a salvo, me advirtieron varias veces. Pensaba en no volver pronto a una; sin embargo, suelo aferrarme a lo que me da tranquilidad. Hay ocasiones en que la mejor manera de combatir las tristezas recientes es salir e ir a donde nos sintamos cómodos. Es por eso que ya pedí otro expreso.

Diciembre ha llegado y pinta para darnos días de descanso y alegría en familia. Esperemos que sea así, y que entre los anhelados regalos podamos recuperar un poco de esa sonrisa y paz que teníamos hace un tiempo.

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