Puros strikes

Por Armando Escalante

Las redes sociales pasaron un fin de semana muy ameno y movido con unos hashtags relacionados con el deporte y con la política que decían: #AbucheanAAMLO #SigamosPonchandoConAMLO #PorraFifí #EquipoFifí producto de un natural y hasta normal, sonoro abucheo a un político en un evento deportivo.

Casi es tradición que se le chifle, apabulle, con laaaargos “buuus” a quien va a una inauguración de torneo de box o campeonato de béisbol, sobretodo, si va precedido de una larga espera y hay una ceremonia prolongada con discursos y rollos que no vienen al caso. Recordemos los varios momentos locales ocurridos cada sexenio.

Lo que no fue normal y menos natural es la sobrerreacción que tuvo el señor presidente de la República, Manuel López, en la inauguración del neoliberal estadio de Los Diablos Rojos, inmueble y equipo propiedad del no menos conservador Alfredo Harp Helú, algo que puso al descubierto su verdadero carácter. No tiene caso repetir la palabrería llena de enojo que soltó el señor al escuchar la silbatina.

Podemos llamarle arrogancia, intolerancia o bravuconería, y en los tres casos le atinaríamos al sinónimo que elijamos sin mayor problema; no está acostumbrado a la crítica y su respuesta fue un tanto violenta, que se evidencia cuando en sus discursos y arengas, comienza a gritar y se le agudiza el tono de voz al grado de escucharse sumamente desagradable.

Pero, ¿por qué pierde los estribos en forma tan simple el señor López? Es muy sencillo, se había acostumbrado a creer que todos los aplausos que cosecha a donde va son naturales, espontáneos y sinceros, pero ignora que está rodeado de “operadores” de Morena que le plantan a modo, a puros simpatizantes, tal y como otros partidos hacen con sus clientelas.

No es nada raro pues que reaccione don Manuel López como lo hizo, porque habrá creído que sus treinta millones de votantes lo siguen a todas partes de manera natural. Ya tendrá tiempo para acostumbrarse el primer mandatario a estas cosas, y nosotros tendremos chance de confirmar que cuando la popularidad es muy alta -altísima- como la de él, lo que sigue es ir hacia abajo porque no hay nada más para arriba. Al señor solo le queda ir cayendo en adeptos, no subir más.

Para cerrar con broche de oro aquel mal día presidencial, el juego fue para los Padres de San Diego que dieron tremenda ‘paliza’ de 11-2 a sus anfitriones, además de que en el nuevo inmueble hubo algunos pleitos al calor del alcohol,Néstor registraron apagones y además fallas en el sonido. Lo de menos son las silbatinas presidenciales.

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