Por Martín Arias
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, la tiene más que clara: en su mandato al frente del principal organismo rector del fútbol se da prioridad a lo económico que a lo deportivo. Por lo menos así quedó demostrado en el anuncio del nuevo formato para el Mundial de Clubes, que dejará de existir como lo conocemos.
Ahora, cada cuatro años a partir del 2021, entre los meses de junio y julio, se jugará el Mundial de Clubes con la participación de 24 equipos, lo que sustituirá a la Copa Confederaciones, que se celebraba un año antes de los Mundiales de Fútbol.
La medida no es más que otro pretexto de Infantino para hacer más dinero con el máximo organismo del fútbol, pues no conforme con su propuesta de aumentar la Copa Mundial a 48 selecciones, ahora piensa darle participación a los equipos más poderosos de aquellos países cuya selecciones nacionales no tienen argumentos para meterse a la máxima justa futbolística.
El argumento de Infantino es que los jugadores sólo verán acción en un torneo adicional, de cinco partidos cada cuatro años, en lugar de tener un Mundialito cada año. Sin embargo, tengamos en cuenta que el nuevo Mundial de Clubes se jugaría un año antes de la Copa del Mundo, por lo que la carga de trabajo para todos los futbolistas participantes, muchos de ellos, seleccionados nacionales, puede desgastarlos y resultar contraproducente para el nivel del espectáculo del siguiente año en el Mundial.
Asimismo, Infantino ratifica que su mandato es unilateral y no de consensos, porque la Asociación de Clubes Europeos mandó una carta para subrayar que ninguno de sus miembros está dispuesto a participar, lo que al presidente de la FIFA pareció no importarle.
Acaso, ¿ese es el tipo de liderazgo que necesita el fútbol mundial?
