Restaurante del Cenote Zací, joya inigualable de Valladolid

El lugar es parte de un parador turístico en el que además del restaurante hay venta de artesanías y una talabartería.

En días pasados, el equipo de Peninsular Punto Medio visitó la ciudad de Valladolid, donde después de acudir al Barrio de Sisal y recorrer la Calzada de los Frailes para para ir al centro de esta urbe, llegó al Restaurante del Cenote Zací, donde el visitante puede disfrutar de los tradicionales lomitos y la longaniza asada, platillos representativos de esta ciudad fundada en 1543.

Se pronuncia “Zakí” y significa gavilán blanco, por eso Valladolid es la ciudad del Zací, la tres veces heroica, por eso se le puso este nombre al cenote que es parte de un parador turístico en el que ademas hay venta de artesanías, una talabartería, y el restaurante en el que exclusivamente se vende comida típica regional con especialidades cocinadas bajo tierra como la cochinita, el relleno negro y el pollo.

El administrador del lugar, Alan Pasquinel Ortega Sánchez, explicó que todo el conjunto que se concentra en una manzana completa, es una paramunicipal, de manera que todo lo que ingresa por concepto de entradas al cenote y por el funcionamiento del lugar se emplean para mejoras de la ciudad o para el mismo mantenimiento del lugar, donde se arregló la palapa y se hicieron cambios en el mobiliario.

“El restaurante tiene como unos 50 años funcionando, todo lo que está aquí pertenece a todos los vallisoletanos que los domingos pueden ingresar al cenote gratuitamente con toda su familia, además de que tienen descuento si vienen a comer”, explicó.

La entrevista se suspende al momento en el que hasta la mesa llega una enorme bandeja que es ya una tradición en el lugar, pues es una manera de que el turismo pueda disfrutar de siete de los platillos más representativos de la gastronomía yucateca.

“Si les ofrecemos solo cochinita o lomitos, se van a llenar, en cambio con la bandeja prueban todo porque son siete especialidades que incluyen papadzules, panuchos, poc-chuc, longaniza asada y queso relleno”, explica el capitán de meseros don Raúl Méndez Villafaña, quien al término de la comida nos ofreció detalles acerca del hermoso cenote, que es de bóveda abierta y que cuenta con una cascada artificial.

“Tengo 20 años trabajando acá y acerca del cenote Zací (Gavilán Blanco), mi difunto abuelo me contaba que antes era subterráneo y que una ceiba que estaba en la superficie tenía una enorme raíz que debilitó la bóveda y la hizo colapsar. Las enormes piedras del techo no se fueron al fondo del cenote que tiene una profundidad de 53 metros” , comentó el entrevistado.

Después de disfrutar de horchata, jamaica y chaya con limón para acompañar tan sabroso almuerzo, nos acercamos al cenote que luce espectacular con una tonalidad del agua que va de azul a ligeramente verdosa, en un espejo de agua que mide 35 metros de largo por 24 de ancho. En los primeros ocho metros hacia el centro tiene 45 metros de profundidad.

El acceso para el público, que cuesta solo 30 pesos, es por un túnel o gruta por el cual se desciende por una escalera de piedra y un barandal que circunda el cenote que en su momento fue la fuente de abastecimiento del vital líquido de toda la población cuando no había agua potable.

El cenote tiene 24 metros de profundidad en los primeros ocho metros y hacia la parte posterior del centro tiene 45m de profundida; es un cenote semiabierto y antes de la pandemia registraba una afluencia diaria de 500 a 600 personas por turno, por lo que numerosas empresas dedicadas al rubro como el Grupo Xcaret han intentado asociarse con la comuna para la administracion, lo cual no es posible, ya que, como se mencionó anteriormente, funciona como un organismo paramunicipal.

Texto y foto: Manuel Pool

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