¿Lo recuerda? Fue el imposible y se venció

El cruzamiento de las calles 50 y 67 hoy lo ocupa una farmacia, que a su vez está integrada la estación de autobuses foráneos Noroeste y Sur

Al transitar sobre la calle 50 justo en el cruce con la 67 se encuentran tres placas que hacen recuerdo de que este lugar durante la época colonial se conoció como “Calle del imposible y se venció”, lo que hace alusión a la demolición del cerro o montículo que existía desde los tiempos de la ciudad maya de T’Hó, y que obstruía el recto curso de la calle que va del barrio de La Mejorada a San Cristóbal.

Fueron muchos años de esfuerzo los que se requirieron para lograr el objetivo de arrasar la enorme elevación y con cuyo material se realizaron diversas construcciones coloniales.

De la interesante obra denominada “A  través de las centurias”, del extinto abogado Don José María Valdez Acosta, se tomaron los siguientes datos relacionados con la Calle del Imposible.

Fue en la época del Mariscal de Campo Don Benito Pérez Valdelomar (1800 -1811), cuando emprende en la provincia una obra digna de titanes, cuya realización a juicio de los vecinos del rumbo de San Cristóbal era imposible.

Se trataba de la demolición de un cerro gigantesco para abrir a través de él la que hoy es la calle 50 de esta ciudad y que era uno de los 5 cerros que según la tradición hallaron los conquistadores.

Se refiere que aquella enorme elevación se extendía hacia el norte hasta las inmediaciones de la Plaza de La Mejorada, en su cima había un templo maya destinado al culto que los mismos rendían a “H- Chan- Can” o “H Chun Caan”, y que los españoles sustituyeron por San Antonio, por lo que era llamado “El cerro de San Antón”.

Fue al fin que en 1801 el cerro fue derribado y don Benito Pérez Valdelomar allanó “El imposible”, añadiendo una calle más a la ciudad, la calle 50.

Como antes se mencionó, testimonio de esta mejora es una lápida incrustrada en el predio ubicado en el cruzamiento de las calles 50 y 67 que hoy ocupa una farmacia, que a su vez está integrada a la estación de autobuses foráneos de “Noroeste” y “Líneas del Sur”.

El otro monumento alusivo a esta mejora se encuentra en el mismo predio en la parte que mira hacia la calle 50; se trata de una piedra rectangular dividida en tres partes:  la primera con grotescos relieves representa al Ángel de la Fama, en la segunda hay varias citas latinas que según traducción del extinto sacerdote don Guillermo Hijuelos, dicen: “Creció también la fama de su nombre y volaba por la boca de todos” – Esther. y “He aquí esta piedra que os servirá de testimonio” – Josué.

En la tercera se lee: Para perpetua memoria de Pérez Valdelomar, cuya vida es transitoria, aún las piedras han de hablar de su fama, de su nombre. Fama y gloria.

Texto y fotos: Manuel Pool

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