Sagrado sin santidad

Roberto Dorantes
robertodorantes01@gmail.com

La cultura de hoy nos exige practicar una bondad fofa, una bondad sin sustancia, hasta el grado de elevar una acción pequeña como algo heroico, por ejemplo el plantar un árbol me hace mejor persona que los demás.

Es muy común que lo profano se confunda con lo sagrado, esto se debe al “new age”, pues todo aquello que nos hable de “espiritualidad” lo consideramos bueno independientemente de la fuente que provenga.

Esto lleva a creer que todos los dioses son iguales, que no importa la religión que profeses, pues lo importante no es la religión sino que seas una buena persona.

El sincretismo religioso equipara a Mahoma, Buda, Jesucristo en el mismo plano; de pensar y creer que el judío, el musulmán, el cristiano, el budista, el agnóstico, el irreligioso que no profesa pero que cree, son iguales porque creen en un ser superior que le llaman dios.

Se afirma que el universo es sagrado, de la madre tierra, de seres de luz que guían el destino de cada individuo, se sacraliza lo profano.

Todo este sincretismo religioso confunde al analfabeto, pretender ser bueno sin bondad, sacralizar sin santidad, resurgen ritos paganos que pretenden imponer una creencia, como ciertos grupos que pretenden identificar a las culturas prehispánicas como nuestros antepasados negando el verdadero origen de nuestras raíces, la mezcla de dos razas con una sola fe, la religión cristiana traída por los españoles, Dios crucificado venciendo a los dioses paganos que exigían sacrificios humanos.

Latinoamérica es una extensión del cristianismo católico, que derrumbó lo pagano con lo sagrado, la conquista la llevaron los españoles, sin embargo, la verdadera conquista es de Dios, de Jesucristo que profetiza que el evangelio se predicara en todo el mundo, que su muerte y resurrección es el milagro que prueba su misión divina, lo verdaderamente sagrado es santo, y se dice sagrado porque se destina al culto del verdadero Dios, esto puede ser una instrumento como el cáliz que se utiliza para celebración de la eucaristía, o el edificio que se destina para la adoración del verdadero Dios, lo sagrado conduce a la santidad, el creyente ante lo sagrado se santifica, identifica su pequeñez ante lo Divino, y cae de rodillas admirado por la sublimidad de la santidad de un Dios que quiere que todos los seres humanos seamos santos, nos encontramos en el camino y lo que deseamos es que todos sigan ese camino a la verdadera santidad, pero Dios obra en cada alma y respeta el libre albedrío.

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