Segunda Plana

EL LUNES 18 dijimos en esta columna que Mérida tiene dos grandes problemas, que son la contaminación de sus reservas subterráneas de agua, tema que abordamos ese día, y el transporte urbano, un asunto multifactorial, sistémico y complicado en el cual intervienen tres actores: el gobierno en sus tres niveles, los concesionarios y los usuarios. Si hubiera un proyecto bien planeado y consensuado, el gobierno federal tendría que aportar el financiamiento necesario para resolver de una vez por todas el problema; al estatal le correspondería aplicar correctamente esos fondos, y al municipal coadyuvar para que el servicio dé un drástico giro para convertirse en un modelo de eficiencia. Los concesionarios tendrían que esforzarse para que sus empresas dejen de ser barriles sin fondo para subsidios y se conviertan en verdaderos negocios cuyos ingresos sean suficientes para la reposición periódica de equipos. Hoy cada vez que se habla de renovar los vehículos renace el círculo vicioso en el que los empresarios se quejan de que las tarifas son insuficientes y los usuarios se resisten a pagar más si no mejora el servicio.

UN TRANSPORTE URBANO de calidad es un factor que incide en diversos rubros, como el laboral, pues un alto porcentaje de obreros y empleados usa el servicio público para sus traslados cotidianos. Desde el trabajo hasta la diversión, pasando por el comercio y los servicios, el transporte eficiente es indispensable. El Sistema Integral de Transporte Urbano (Situr) es un buen esfuerzo del gobierno para paliar el problema, pero es insuficiente. Situr ofrece por cierto una muestra de lo que le tocaría aportar al usuario en un esquema más eficiente: los autobuses de ese servicio tienen paraderos bien señalizados y no suben pasaje más que ahí, al contrario del total de los otros camiones de las diversas líneas, que en una mala actitud que se ha vuelto costumbre dan parada a veces cada 20 metros (lo que eleva costos) porque la gente no se acostumbra a concentrarse en los paraderos. Ésa es una cuestión que tiene que cambiar si queremos que se haga realidad el transporte urbano de calidad que exigimos. ¿Qué opina usted, paciente lector, de este berenjenal?

Por Gínder Peraza

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