Juan Esteban Méndez
@juesmc
Buen día mis lectores, el título de esta columna hace referencia a una de las películas del agente secreto más famoso de la cultura popular: James Bond, el agente 007 con licencia para matar, con más de 20 películas y 6 actores.
James Bond nació en 1953 en la novela de “Casino Royale”, escrito por su creador Ian Fleming, sus características primigenias otorgaban a este personaje de ficción con un estilo muy particular, con grandes habilidades y estudios de su área, se presentaba como un hombre con nervios de acero, fuerte, eficaz y extremadamente observador y elegante.
Es momento de recordar un mes después al actor que fue el ADN del agente 007: Sean Connery, él fue el primer James Bond y logró capturar la esencia primigenia del mismo, a pesar de que en muchas ocasiones propició la atmósfera machista que traía el personaje desde el inicio, la actuación carismática de Connery le valió convertirse en la estrella que todos conocemos.
Lamentablemente entre las demasiadas muertes que han sucedido en 2020, Sean Connery murió el pasado 31 de Octubre y su muerte sigue siendo recordada, fue un excelente actor y mantuvo así su integridad actoral hasta su retiro de los cines en 2011.
Sean Connery fue, es y será el actor que mantuvo el amor por el personaje, literalmente “el espía que amó a James Bond” y que la gran mayoría de sus sucesores intentaron igualar, pero muy pocos lograron imprimir su particular estilo y hacer otros Bonds únicos.
Ahora con el fallecimiento de Connery comienza ese momento en la historia donde nos empezamos a despedir de grandes íconos, que no es que nunca lo hayamos hecho, sino que, solamente ahora pegan de manera más profunda a alguna generación en particular.
Hay muertes que se lamentan a medias por una dualidad ética, especialmente cuando eran impecables en el campo, pero deplorables en la intimidad, sin intención de hacer alusión a un reciente deceso cuyo nombre tiene mucha cola para pisarle ya que, tristemente cumplía con lo anterior, pero con Connery se lamenta de una manera fidedigna como actor, incluso un mes después.
