Tizimín, sus historias y tradiciones

Tizimín es una de las ciudades con más futuro en el estado, pero a la vez tiene una rica historia que se cuenta a detalle en el Salón de Arte e Historia.

Ubicada a unos pasos de la plaza principal este lugar conserva las costumbres, tradiciones, historia y hechos relevantes de la ciudad de Reyes con una serie de objetos que van desde la época prehispánica, la Guerra de Castas y la época moderna.

El historiador de la ciudad, el psicólogo Luis Pérez Salazar, da la bienvenida a los visitantes que se encuentran en el lobby con una amplia colección de botellas de vidrio, de ron Pizzá Araña y de las marcas que producía la desaparecida Cerveza Yucateca, además de pirograbados e imágenes al óleo.

Fueron varias décadas las que Pérez Salazar empleó para recolectar las más de 600 piezas que se exhiben, aunque también hay donaciones de los vecinos.

Acerca del origen del nombre de la ciudad, recordó que se relaciona con el nombre en maya del tapir, Tsimín, que a la llegada de los españoles al ver el parecido que tenía con los caballos se le siguió llamando de esta manera a los equinos.

La traducción sería lugar en el que abundan los caballos, o lugar grande en el que habitan los caballos, refiriéndose al tapir, explicó el historiador, quien destacó que el nombre de la población se le atribuye a Zamná en el año 552 de nuestra era.

En la sala principal se pueden observar dos piletas que datan de la época preclásica, del año 300 A.C., y metates de la época clásica entre el año 600 y 900 de nuestra era, así como una muestra de la manera en la que se alimentaba el pueblo maya.

En lo que ahora es Tizimín, en la época prehispánica se producía chile, cacao, algodón y achiote, y como a la fecha es muy apreciado el consumo de la pepita.

Y hablando del mercado, en el museo se encuentran dos imágenes muy especiales, la del mercado de madera que desde 1902 a 1968 funcionó en un terreno ubicado a lado de la iglesia y que perteneció al convento franciscano y una imagen del palacio municipal que se construyó en 1857 y que en 1972 fue quemado.

Precisamente es el convento el lugar en el que los tres Reyes Magos tuvieron su primera capilla.
Recorriendo el lugar, el historiador recordó al equipo de Punto Medio que el sitio se construyó en 1563 y que fue habitado por los frailes hasta 1680 cuando se entregó al clero regular.

En cuanto a la iglesia que alberga las imágenes de Melchor, Gaspar y Baltasar, se construyó en 1745, por lo que fue en el segundo nivel donde estuvo la primera capilla en su honor, detalló el investigador, quien descubrió recientemente que el convento contaba con arcadas en lo que ahora es la explanada y en la parte posterior que ahora es el Parque Juárez.

El terreno que ocupaba era muy amplio hasta que en 1857 en tiempos de la reforma de Juárez, le quitaron a la iglesia mucho terreno que después se convirtió en casas y fueron vendidas.

De hecho aquí en el convento vivía un chinito que vendía dulces y en la esquina había una fonda, recordó el entrevistado.

Dijo que fue 1946 el año en el que recuperó el lugar el sacerdote Eutimio Arce, y que fue hasta el 2006 cuando se reconstruyó.

-Ahora aquí viven sacerdotes y hay oficinas, pero antes estaba destruido y abandonado el lugar, tanto que de niños imaginábamos que era el escenario perfecto para una película de terror– comentó.

En el lugar se encuentra la imagen de la Virgen de la Concepción rebautizada como de la Dulce Espera, que es muy visitada por las parejas que desean tener descendencia y quienes desean mantener unida a su familia, para lo cual hay dos oraciones que acompañan a la bella imagen.

Por último, ya en la iglesia de los Santos Reyes Pérez Salazar explicó que las imágenes fueron traídas de Guatemala por Fray Diego de Landa, de la misma manera en la que llegó la imagen de la Virgen de Izamal aunque hay muchas leyendas acerca de su origen entre las que se cuenta que se encontraron en el mar y que al ser traídas a Tizimín se ponían ligeras, pero si se cambiaba el rumbo su peso aumentaba.

Son solo leyendas muy interesantes que hay que venir a conocer a Tizimín, finalizó el maestro.

Texto y fotos: Manuel Pool Moguel

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