Tres puntos más

Los valientes, como los suicidas o los toreros, tienen una gran ventaja que es que provocan adrenalina en los demás y todos tienen una opinión sobre qué hubieran hecho.

Supongo, que cuando Carlos Slim desenfundó sus opiniones, lo hizo por muchas razones. Pero lo que importa es la polvareda que levantó, porque resintió el sistema en sus orígenes y a dónde quería llegar con eso.

Tengo mis dudas de que el ingeniero supiera la consecuencia de su acción. Y es que nunca somos conscientes del momento en el que nos perciben los demás, que no tiene que ver con el que nosotros sentimos.

Tras 48 horas, y asentado el polvo de la caída o del emerger, hay una conclusión clara: la intervención de Slim ayudó a que México pueda tener un Presidente más fuerte y claro. Pero tal como están las cosas y el sentir de nuestro pueblo, le regaló de dos a tres puntos a López Obrador.

Éste a su vez contestó bien. Ahora, a ver si resulta que AMLO no es tan antiguo, viejo, dogmático, ni sedentario. Porque tuvo una sacada como si jugara tenis, contestó que si le parece buen negocio lo haga con su dinero y pida una concesión.

Con independencia de esto, hay que señalar que la situación tiene perfiles claros. La modestia, lo políticamente correcto y el orden convenido están fuera de cuadro, son tiempos de revolución y, en consecuencia, lo único que mueve a los pueblos son las emociones fuertes.

¿Usted pensó que vería, fuera de una película, al exdirector del FBI diciendo: “Es posible que Trump estuviera con prostitutas orinándose unos a otros en Moscú”?

Seguro que no, sin embargo, pasó. Para vivir en estos tiempos hay que desterrar las siguientes ideas: imposible, no puede o jamás pasaría. Todo pasa y pasa a una velocidad inmediata. Ahora, ¿qué se ha descubierto? Que las instituciones, los empresarios y el orden establecido se relacionan mal con la defensa de sus intereses.

Hay que ser el empresario más rico del país, para levantarse a explicar las razones por las que el aeropuerto es una buena inversión. Por otro lado, hay que estar en la gracia divina de que tu pueblo te elija, para contestar lo que AMLO contestó.

Y a partir de ahí, ¿quién tiene algo que decir y proponer?

Los empresarios, bien por decisión propia o por orden, dejaron la mesa de discusión, allá ellos. Y en cuanto a López Obrador, allá él con su responsabilidad histórica. Porque al final, cuando el aeropuerto colapse o un avión nacional y uno internacional choquen –como con su modelo del segundo piso– tendrá que pensar qué es lo que hizo.

Me encanta –como persona que ha vivido en Nueva York– que pongan de ejemplo: a los aeropuertos Kennedy, Newark y La Guardia. Sin embargo, la diferencia está en que se encuentran a una distancia suficiente, para que no coincidan las rutas de vuelo. Pero en política, las cosas no tienen que ser verdad, sino creíbles.

La pelea entre valores y dos liderazgos, el de las encuestas y el del dinero, arroja un resultado claro: hay un líder económico, que le guste o no, está contraponiéndose al líder de la frustración y esperanza nacional, que es López Obrador.

Por Antonio Navalón.

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