Venezuela, Estados Unidos y el Ejército

Por Eduardo Ancona

Luego de años de deterioro institucional, democrático y en materia de derechos humanos la complicada situación de Venezuela ha dado un giro más. El 23 de enero en una multitudinaria manifestación Juan Guaidó, un joven opositor que es Presidente de la Asamblea Nacional -lo que en México sería Porfirio Muñoz Ledo-, se proclamó Presidente legítimo y a partir de esa fecha múltiples gobiernos han retirado su reconocimiento a Nicolás Maduro y señalado que a quien conocerán como Presidente de Venezuela es a Guaidó.

Esta proclama levantó las cejas de algunos sospechosistas, ya que antes de la segunda quincena de enero nadie sabía quién era Juan Guaidó, y quienes figuraban como los grandes liderazgos opositores seguían siendo los tradicionales Leopoldo López y Henrique Capriles. Sin embargo, al proclamarse Presidente legítimo, Guaidó recibió el apoyo casi inmediato de Estados Unidos. Intrincada coincidencia.

Especulaciones aparte, la realidad de Venezuela es catastrófica. Y a pesar de que lo ha sido ya por más de un año y medio y los factores que podrían generar un cambio radical continúan siendo los mismos. Reconociendo que Maduro no tiene la más mínima intención de dejar el poder por las buenas, comprometerse con mediación alguna o competir en elecciones libres -cosa que, hay que decir, Chavez hizo- hay dos caminos de salida para Venezuela.
Uno. Una intervención militar estilo setentero, comandada por Estados Unidos y respaldada en mayor o menor medida por Brasil y Colombia. Si bien es muy improbable, creo que es una opción que sigue en la mesa particularmente de la Casa Blanca particularmente de cara a la elección de 2020 y al rumor difundido por la prensa de que esta posibilidad ha sido seriamente considerada por el Presidente Trump.

Dos. Un golpe de Estado en el que el ejército cambie de bando, derroque a Maduro y entregue el poder a una suerte de autoridad transicional que convoque a elecciones. Si bien las cúpulas militares juraron públicamente lealtad a Maduro la semana pasada, antier se publicó en el New York Times un interesante texto que da cuenta de cómo los mandos medios y bajos se estarían debatiendo entre apoyar o no al Presidente por una razón muy sencilla: sus raquíticos sueldos han perdido todo valor adquisitivo. Un embargo a la que se presume es la mayor fuente de ingresos del gobierno, el petróleo, continua el artículo del Times, podría ser la piedra de toque. Sin embargo, la gran dificultad de esta ruta es que una vez derrocado el gobierno queda a la discreción del ejercito transferir el poder, y si esto no ocurre la opción uno se vuelve la única si no se quiere evolucionar a un nueva dictadura.
No hay salida fácil para la inmensa tragedia humanitaria en la que se encuentra Venezuela.

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