Yucatán en pánico

Por: René Emir Buenfil Viera

¿Qué calma a la sociedad yucateca paniqueada? Cuando no somos iguales, ni tenemos las mismas circunstancias, mientras algunas personas se quedan encerradas en sus casas, otras tienen que salir a ganarse el pan de cada día; hay las que critican las acciones de otras, unas viajan en avión al extranjero y otras viajan en combis de sus pueblos a la gran ciudad a trabajar y de regreso; también hay quienes intentan no hundirse en el miedo, optimistas, conciliando y mediando en el conflicto, cuando otras bien intencionadas difunden noticias falsas por si de casualidad fueran ciertas, y al mismo tiempo hay quienes huyen del angustiante flujo constante del amarillismo y opiniones encontradas.

Lo anterior sale a colación ya que actualmente circulan audios en Whatsapp de origen desconocido, listas de supuestos enfermos, cadenas, oraciones y videos de doctores y otros profesionales opinando.

Creo que esta emergencia de salud nos está haciendo desarrollar una nueva ética de las decisiones cotidianas: a qué le damos clic, qué compartimos, cómo nos cuidamos y cuidamos a nuestra gente. También nos orilla a reflexionar sobre nuestra inteligencia emocional para no dejar que el miedo se vuelva pánico, a recuperar nuestras habilidades sociales para pasar tiempo en casa y cuidar a nuestras hijas, hijos y personas mayores. Nos está regresando a nuestra colectividad, a fortalecer nuestro sentido de comunidad y valorar nuestra interdependencia para mantenernos con vida.
Espero que aflore nuestra compasión y solidaridad, dejando a un lado la discriminación y el rechazo. Que nadie en Yucatán sienta que tiene que esconder su diagnóstico para que no lo maltraten y violenten.

Siempre nos llena de orgullo ser diferentes al resto del país, por eso deseo que podamos enfrentar mejor la contingencia que otros Estados, que demostremos unión, solidaridad y altruismo para ayudar a quienes más lo necesiten.

La división nos perjudica hoy más que antes, y en estos momentos es urgente ver nuestra diversidad cultural como fuente de riqueza. Cada quien desde nuestros lugares podemos contribuir al bienestar social, tendernos la mano, hacer que el daño sea el mínimo posible, estamos a tiempo, pero tendríamos quizá que dejar de echarle leña al fuego de la desinformación, y procurar un nuevo cuidado de nuestras relaciones sociales, esforzándonos por una convivencia armónica.

Respiremos profundo para calmarnos inhalando paz y exhalando miedo. Confiemos en nuestra capacidad colectiva para salir adelante y recuperemos la posibilidad de construir un futuro con bienestar, salud y motivación para afrontar los retos con entusiasmo, eso también se contagia.
Prestemos especial atención a nuestro ánimo y el de quienes nos rodean, no le demos la espalda a quienes están sufriendo, necesitamos sentido del humor para relajar la tensión psicológica, alegrar a quienes se sientan tristes y acompañar a quienes estén con estrés y ansiedad, distraer a quienes se desesperen, más comprensión y aceptación, evitando juzgar y demostrando nuestros afectos.

 

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